desde 1800 hasta 1851
Barranca Yaco
 
 
Aún gobernaba Viamonte cuando surgió un conflicto entre Latorre, gobernador de Salta, y Heredia, de Tucumán. Federales ambos, se imputan recíprocamente ser unitarios. En noviembre de 1834, el diferendo se transforma en guerra formal. Maza encomienda a Facundo Quiroga ponga final a la misma. Quiroga, que se halla en Buenos Aires, consulta el caso con Rosas y parte hacia el norte, llevando instrucciones de éste.

Mientras Quiroga viajaba, el coronel Fascio se levanta en Jujuy contra Latorre, el cual abandona Salta para enfrentarlo. En su ausencia, se pronuncia contra él Fernández Cornejo, que se apodera de la ciudad. Fascio derrota a Latorre y se lo entrega a Fernández Cornejo, siendo muerto a lanzazos por sus carceleros.

Aunque Quiroga se indigna por la muerte de Latorre, influye ante Heredia e Ibarra para que reconozcan el gobierno de Fernández Cornejo en Salta, dando fin al asunto. Un asunto que también involucró el riesgo de que Jujuy se separara de la Confederación, ya que Fascio había declarado la autonomía de esa provincia, apoyado desde Bolivia.

Quiroga emprende el regreso a Buenos Aires. Viaja acompañado solamente por su secretario, el doctor Ortiz, en una galera que corre por caminos polvorientos. Al iniciar su misión, Rosas le ha ofrecido una escolta, advirtiéndole que “sus enemigos podrían muy bien jugarle una mala pasada”. Quiroga, que es hombre de probado coraje, respondió que “su persona era la mejor escolta para contener a cualquier cobarde”. Las advertencias sobre un posible atentado se repiten ahora. Y Quiroga vuelve a desdeñarlas.

El 16 de febrero de 1835, hacia las 11 de la mañana, el galerón que conduce al caudillo riojano se aproxima a un recodo solitario en Barranca Yaco, provincia de Córdoba. Del monte de algarrobos y espinillos sale una partida armada. Quiroga se asoma a la ventanilla para averiguar qué pasa. Como respuesta recibe un tiro de pistola en la cara. Después, uno de los asaltantes lo degella. También son degollados el doctor Ortiz, los postillones, el cochero y hasta un chico que los acompaña.

La investigación de la muerte de Quiroga demostró que sus responsables fueron los cuatro hermanos Reynafé y sus ejecutores los integrantes de una cuadrilla formada por milicianos cordobeses, comandados por Santos Pérez. Los Reynafé huyeron, pero tres de ellos terminaron por ser apresados, al igual que Santos Pérez y los suyos. En poder de éstos encuentran la ropa de los asesinados, que habían procedido a repartirse.

El 26 de octubre, son fusilados Santos Pérez, José Vicente y Guillermo Reynafé (Francisco logró escapar y José Antonio murió en prisión). Asimismo se fusila a 4 oficiales y a 3 milicianos partícipes del crimen, elegidos por sorteo de entre los 28 que componían la partida. Después de la ejecución, los cadáveres fueron colgados en 4 horcas.

Jamás se podrá aclarar si los Reynafé actuaron por decisión propia o instigados por alguien. Eran, por cierto, enemigos declarados de Quiroga, pues debían a López el gobierno de Córdoba, siendo adversarios Quiroga y López. Los historiadores unitarios imputarían más tarde el hecho a Rosas, sin fundamentos atendibles.