desde 1800 hasta 1851
primer gobierno de Rosas
 
 
Al asumir el cargo que le confiara la Junta de Representantes, Rosas contaba con un gran apoyo en la campaña y la ciudad de Buenos Aires, como así también por parte de los caudillos federales que mandaban en algunas provincias. Sin embargo, Paz estaba firmemente asentado en Córdoba y, siendo unitario, se le opuso desde allí. Se le oponían asimismo Salta, Tucumán, Catamarca, La Rioja, Mendoza, Santiago del Estero y San Luis, influidas por Paz. Una de sus primeras medidas fue poner en caja al ejército de línea, anarquizado después de la guerra con Brasil. Dispuso una conscripción obligatoria para aumentar sus efectivos, le suministró pertrechos y pagó sueldos atrasados.

El 31 de agosto de 1830, las provincias controladas por los unitarios concluyeron un acuerdo, mediante el cual otorgaron a Paz el mando de sus tropas. Como respuesta, el 4 de enero de 1831, Buenos Aires, Santa Fe y Entre Ríos firman el “Pacto Federal”, comprometiéndose a asistirse mutuamente y a organizar un Congreso Federativo.

Como no podía dejar de ocurrir, el 15 de febrero de ese mismo año quedó declarada la guerra entre los integrantes del “Pacto Federal” y los de la llamada “Liga Militar”.

Las fuerzas federales están al mando de Estanislao López. Rosas forma un ejército de reserva a las órdenes de Balcarce, subordinado a López. Envía además una división en auxilio de Quiroga, que se dirige a Córdoba, apoderándose de San Luis. Juan Francisco Ibarra recupera el mando en Santiago del Estero y cae también el gobierno unitario de Mendoza.

La situación de Paz pasa a complicarse. Y, brillante soldado, resuelve que no hay mejor defensa que un buen ataque. Marcha así contra López pero, mientras inspecciona el terreno en las proximidades de un paraje conocido como El Tío, una partida federal lo sorprende, le bolean el caballo y cae prisionero. El autor de aquel certero tiro de boleadoras fue el paisano Francisco Ceballos.

Con la prisión de su jefe, la Liga Militar se resquebraja. Por orden de López, Quiroga enfrenta y derrota a Lamadrid en La Ciudadela, Tucumán. Rudecindo Alvarado abandona Salta y el federal Pablo Latorre ocupa su gobernación.

Los cambios operados determinan que las provincias vayan adhiriendo al Pacto Federal, delegando en Rosas el manejo de las relaciones exteriores del país y, en cierto modo, la jefatura de la Confederación.

Durante la guerra, Rosas hizo uso frecuente de las “facultades extraordinarias” que se le otorgaran. Confinó a distintos adversarios, otros se exilaron, hizo fusilar 9 prisioneros que le enviaron desde el interior, incluido entre ellos el coronel Videla, gobernador de San Luis. No obstante, concluida la lucha, devolvió a la Legislatura dichas facultades, en mayo de 1832.

El mandato de Rosas vencía en diciembre de aquel año. Por 29 votos contra 7, la Junta de Representantes decidió su reelección. Rosas no la aceptó. Insistió la Junta y Rosas volvió a declinarla. La razón de tal resistencia consistía, probablemente, en que consideraba necesario para gobernar contar con las “facultades extraordinarias”, que había devuelto a regañadientes y que no se le otorgaban ahora. Finalmente, ante las insistentes negativas de Rosas, fue nombrado gobernador Juan Ramón Balcarce.