Historia Constitucional Argentina
3. Elecciones de 1958
 
 

Sumario: Elecciones de 1958. Presidencia de Arturo Frondizi (1958-1962). Presidencia de José María Guido (1962-1963). Presidencia de Arturo H. Illia (1963-1966).



A pesar de las dudas sembradas por la elección de convencionales constituyentes, en cuanto a cuál sería la tesitura del electorado en comicios para nominar a miembros del poder ejecutivo y poder legislativo, Aramburu se mantuvo firme en la decisión de convocarlos para febrero de 1958.


La UCR del Pueblo proclamó a Balbín como su candidato a presidente, y la UCR Intransigente a Frondizi. Otros candidatos de partidos menores, socialistas, conservadores, democristianos, junto con los dos candidatos radicales, pusieron su empeño, casi unánimemente, en tratar de captar la voluntad del electorado perteneciente al proscrito partido peronista, sin que nadie tuviera el gesto de retirarse de una puja que, precisamente por la exclusión de una de las fuerzas mayoritarias, estaba viciada de nulidad. Frondizi ganó en esta carrera, merced a su pacto con el jefe del justicialismo, entonces residente en Caracas y luego en Santo Domingo. Son discutidos los términos de este pacto, lo que ya nadie contradice es su existencia. Frondizi logró reunir 4.050.000 sufragios contra 2.415.000 de Balbín 1074.







Presidencia de Arturo Frondizi (1958-1962)


El nuevo presidente es uno de los exponentes más capaces de la dirigencia política argentina de las últimas décadas, sin lugar a dudas 1075. Vastos sectores de las fuerzas armadas lo miraron con desconfianza desde el primer momento, habida cuenta de su aparente inclinación a integrar al peronismo a la vida cívica y de una hipotética simpatía por la izquierda. Frondizi actuó bajo el lema «integración y desarrollo», como respuesta a la necesidad que tenía la República de cicatrizar las heridas producidas por el desencuentro peronismo-antiperonismo, y de salir del estancamiento económico poniendo en funcionamiento todo el arsenal de sus posibilidades en ese campo, en especial en cuanto a la industria pesada: siderurgia, energía, petroquímica.


En relación con la integración, se dictó una ley de amnistía que benefició a varios miles de personas procesadas o detenidas, se dejaron sin efecto los impedimentos que trababan las actividades del peronismo y las inhibiciones gremiales, se sancionó una ley de asociaciones profesionales que permitió la recomposición de la CGT como central obrera única, se derogó la ley 4144 que permitía la expulsión del país de activistas extranjeros por simple decreto. Para aliviar las tensiones sociales, se decretó en 1958 un aumento masivo de salarios del 60% 1076.


La insuficiencia manifiesta en la producción de combustibles, fue afrontada por el presidente mediante la firma de diversos contratos con distintas empresas petrolíferas internacionales, para que extrajeran el vital elemento bajo la supervisión de YPF. El hecho de que los contratos fueran decididos por la simple voluntad presidencial, sin licitación previa ni intervención del Congreso, levantó una ola de cerrada oposición, fundada en las posiciones doctrinarias que sobre el tema había expuesto Frondizi desde el llano.


Vista la cuestión desde el punto de vista del autoabastecimiento, el objetivo se logró en poco tiempo, hacia el término de esta gestión presidencial, pero los opositores a lo que se denominó la «batalla del petróleo», argumentaban, entre otras cosas, que el precio que debía pagarse a las empresas extractoras por el petróleo que vendían a YPF, era mayor al del petróleo que extraía el ente, o al importado. Esto es discutido por el frondizista Isidro J. Odena, quien afirma que YPF obtuvo buenas ganancias con la comercialización del crudo que le vendían las empresas privadas contratistas 1077.


Puntualicemos, asimismo, que con la crisis del petróleo ocurrida una década después, esta política petrolera pareció ser conveniente para el país, pues se dependió menos de la importación a la hora en que los precios del crudo subieron abruptamente.


Se llegó a un acuerdo, también discutido, con la CADE, y se formó SEGBA, Servicios Eléctricos del Gran Buenos Aires, lo que permitió solucionar el problema de energía que padecía esa zona 1078.


En la primera etapa, el gobierno debió soportar huelgas de médicos, judiciales y petroleros. Sumándose a ello, la renuncia a la vicepresidencia de la Nación Alejandro F. Gómez, sospechoso de colusión con sectores castrenses que habrían planeado su ascenso al poder en lugar de Frondizi 1079.


La decisión oficialista de confirmar mediante una ley, el decreto del gobierno de Aramburu que permitía el funcionamiento de universidades privadas con autorización para emitir títulos habilitantes, provocó un enfrentamiento serio entre fracciones de la opinión pública, especialmente estudiantiles.


Los que defendieron la decisión gubernamental, fundados en el artículo 14 de la Constitución Nacional que garantiza la libertad de enseñar y aprender, se calificaron como partidarios de la enseñanza libre; los que se opusieron a ella, preconizando el monopolio estatal de la enseñanza, se identificaron como sostenedores de la enseñanza laica. Lo cierto es que las deliberaciones del Congreso al respecto, fueron seguidas por manifestaciones callejeras de «laicos» y «libres», en las que la violencia no estuvo ausente. Con la sanción legislativa, Argentina se colocaba en el mejor nivel internacional, en cuanto a facilitar el logro de una sana competencia intelectual entre institutos de diversa orientación ideológica, científica o técnica, que les diera a los alumnos una opción en materia de realización de sus estudios superiores 1080.


A fines del año 1958, se decidió un ajuste de la economía llamado Plan de Estabilización y Desarrollo, dirigido a frenar la inflación, mejorar el sector externo, incentivar la inversión, controlar el gasto público, favorecer la entrada de capitales extranjeros, y manejar austeramente el salario; todo siguiendo los requerimientos del Fondo Monetario Internacional.


Esta política económica dura, obstaculizó los esfuerzos de Frondizi y su asesor Rogelio Frigerio, tendientes a integrar sectores políticos y gremiales peronistas, especialmente estos últimos, en los cuadros del oficialismo 1081. No fue sorpresivo entonces, que en las elecciones de renovación de la mitad de los miembros de la Cámara de Diputados de marzo de 1960, los votos en blanco sumaran 2.230.000, mientras que la UCR del Pueblo lograba 2.120.000 sufragios y la UCR Intransigente solamente alcanzaba a 1.830.000. ésta perdía 23 bancas, mientras aquella ganaba 32.


En febrero de 1961, en elecciones de senador nacional por la Capital Federal, Alfredo L. Palacios, candidato apoyado por una coalición de izquierda, de ribetes castristas, logró el triunfo, lo que provocó fuerte preocupación en las fuerzas armadas 1082. En éstas, con el correr del tiempo, se acentuó el clima opositor al presidente, prevención que ya se había manifestado aun antes de que Frondizi asumiera.


Las crisis militares se sucedieron desde julio de 1958, en que se produjo la primera, en adelante, provocadas especialmente por los sectores del ejército y la marina, más consustanciados con los principios de la Revolución Libertadora en su versión liberal, la línea predominante durante la gestión de Aramburu y Rojas. Esta corriente había visto frustradas, en las elecciones presidenciales de 1958, sus aspiraciones de ser sucedidas por una administración más afín ideológicamente, como podía ser la del radicalismo del pueblo.


Los planteos, a veces con connotaciones revolucionarias, se reprodujeron en septiembre de 1958, mediados de 1959, y sucesivamente, hasta llegar a veintiséis planteos y siete intentos golpistas, lo que da una idea del estado de permanente inestabilidad política que se vivió durante esta presidencia. El comandante en jefe del ejército, Carlos S. Toranzo Montero fue célebre por sus presiones en materia de política internacional, petróleo, oposición al comunismo y al peronismo, etc., hasta que se logró relevarlo en marzo de 1961. Solamente la destreza paciente del presidente pudo sortear tantas dificultades 1083.


Entre fines de 1958 y 1961 los conflictos gremiales recrudecieron, a pesar de la normalización de la CGT, que quedó en poder de círculos peronistas. Algunos fueron graves, como el de los ferroviarios en noviembre de ese último año. Los actos terroristas de los sectores duros del sindicalismo, lo llevaron al gobierno a decretar el «Plan Conintes», Conmoción del Orden Interno, que puso a los autores bajo jurisdicción militar 1084.


La política internacional de Frondizi fue, en algunos de sus aspectos, seriamente objetada por los grupos adversos de las fuerzas armadas. Las medidas convenidas con el presidente brasileño Janio Quadros, tendientes a concertar intereses políticos y económicos de ambos países en el continente y en el mundo, provocó fuerte reacción en las cúpulas castrenses que tradicionalmente habían visto en Brasil un adversario en potencia. Una buena decisión de nuestro gobierno fue preconizar la formación de la ALALC, Asociación Latinoamericana de libre Comercio, entidad cuyos objetivos se enderezaban a lograr un mercado común latinoamericano. En su viaje a EEUU, Frondizi instó al presidente Kennedy a ayudar a los países del área a desarrollar sus economías, y apoyó la «Alianza para el Progreso» que el primer mandatario norteamericano patrocinara. Otra gira de Frondizi por Europa y Asia, buscó abrir mercados para nuestros productos.


El grave conflicto entre EEUU y la Cuba castrista, fue factor de tensiones internas entre nosotros. En la entrevista secreta con Ernesto «Che» Guevara en Buenos Aires, el presidente conversó, según parece, respecto de la posibilidad mediadora de Argentina entre esos países. Al trascender el encuentro, ello dio motivo a serios planteos de círculos militares y políticos. Cuando a principios de 1962, nuestra delegación ante la VIII Reunión de Cancilleres americanos, se opuso a la expulsión de Cuba de la Organización de Estados Americanos, la oposición y los altos mandos militares consideraron que tal actitud partía de una posición de apoyo a Fidel Castro. La situación llegó a tal tensión, que para aliviarla, Frondizi no hesitó en romper relaciones con el régimen cubano 1085.


La grave crisis de relaciones entre las fuerzas armadas y el primer mandatario, tocó fondo en marzo de 1962. En este mes, varias provincias debían elegir sus gobernadores y había de renovarse la mitad de los diputados nacionales. Algunos éxitos electorales de la UCRI en San Luis, Santa Fe, Catamarca, Formosa y La Rioja, anteriores a esta trascendental confrontación del 18 de marzo, alentaron a Frondizi a permitir que el peronismo participara en ella. Los resultados fueron sumamente negativos para la suerte del presidente: lo más grave fue que el peronismo triunfó en forma categórica en la provincia de Buenos Aires, haciéndolo asimismo en Tucumán, Chaco, Misiones, Santiago del Estero, Neuquén y Río Negro. La UCRI se impuso en Capital Federal, Entre Ríos, Corrientes, La Pampa, Santa Cruz y Tierra del Fuego; la UCR del P., ganó Córdoba, los conservadores Mendoza, los bloquistas San Juan, y los democristianos, con apoyo justicialista, Jujuy.


En la Cámara de Diputados de la Nación, luego de esta elección, habría 74 diputados de la UCRI, 57 de la UCR del P., 45 del peronismo y 16 de otros partidos. Es decir, el panorama del país aparecía más bien equilibrado, pero sectores castrenses mostraron una disconformidad cerrada, respecto de las posibilidades que se le habían abierto al peronismo. Los secretarios de las tres armas, exigieron a Frondizi la intervención de las provincias que había ganado el justicialismo, la proscripción de éste y una definida política anticomunista. Frondizi aceptó intervenir esas provincias, lo que provocó la renuncia del gabinete presidencial.


Mientras el presidente intentaba formar un ministerio de coalición, llamaba al general Aramburu como mediador, pues las parcialidades castrenses duras se empeñaron en que el titular del poder ejecutivo renunciara. Poco subsistieron las gestiones del ex-presidente provisional, que a poco se sumó a los que pedían el relevo presidencial. El 28 de marzo, los tres comandantes en jefe exigían esa renuncia, y aunque Frondizi se negó a presentarla, al día siguiente fue depuesto y confinado en la isla Martín García 1086.


Algunos logros durante la gestión frondizista fueron importantes: el producto bruto, que había bajado durante 1959, subió considerablemente en 1960 y 1961. También se incrementaron los consumos de acero, cemento y electricidad; la red vial creció en 10.000 kilómetros y la producción industrial un 10%. Los tractores fabricados, que en 1958 habían sido 10.000, en 1961 llegaron a 25.000. En 1961 solamente, se fabricaron


100.000 automóviles y camiones. En 1962 empieza a producirse acero en San Nicolás; se pone en marcha la industria petroquímica. Comienzan los estudios para la construcción de las represas de El Cadillal en Tucumán, Salto Grande, cruzando el río Uruguay, y Chocón-Cerros Colorados, en el norte patagónico; así como los relativos a la obtención de hierro en Sierra Grande y Farallón Negro. Gran parte de las realizaciones fueron producto de la entrada de capitales extranjeros, que vieron facilitada su evolución. Pero también hubo problemas: en 1959 la inflación fue exagerada, y aunque el ajuste del que se ha hecho referencia, la hizo bajar en 1960 y 1961, provocó el descenso del nivel de vida de la clase trabajadora, que aunque no aumentó la desocupación, la dureza de la maniobra económica fue contestada por los sectores obreros con huelgas y actitudes hostiles 1087.







Presidencia de José María Guido (1962-1963)


Ante la deposición de Frondizi, Guido, presidente provisional del Senado, decidió asumir el poder, ya que la vicepresidencia estaba acéfala. Los sorprendidos comandantes decidieron aceptar esta salida a la crisis institucional, no sin antes lograr que el nuevo presidente aceptara intervenir el resto de las provincias, anular los comicios recientes y mantener en la proscripción al peronismo. El Congreso fue disuelto 1088.


El ejército, epicentro, desde aquí en más, de los acontecimientos resonantes de esta presidencia, quedó profundamente dividido en dos corrientes: los colorados, partidarios de la instauración de una autocracia que impidiera cualquier retorno del justicialismo, y los azules, que sin dejar de tener sus prevenciones respecto de éste, era proclive a un retomo a la legalidad y, por sobre todo, de que el ejército volviera a concentrarse en el cumplimiento de su quehacer profesional específico.


Los colorados, que controlaban la cúpula de mandos, ordenaron relevos, resistidos por las fuerzas de Campo de Mayo, dominadas por los azules, que produjeron el famoso comunicado 150, impetrando la subordinación del poder militar al poder civil, el reintegro de los sectores peronistas a la vida constitucional, y, con elecciones libres, el retorno a la normalidad institucional. Las dos fracciones terminaron enfrentándose bélicamente entre el 18 y el 23 de septiembre de 1962, prevaleciendo los azules, que lograron imponer a Juan Carlos Onganía como comandante en jefe del ejército 1089.


Guido pudo así comenzar a poner en ejecución el planteo azul, llamando a elecciones presidenciales para el mes de junio de 1963. Al prohibirse la participación de partidos denominados con nombres de personas o que recibieran instrucciones del exterior, se puso en evidencia que los azules admitían la intervención electoral de un peronismo sin la jefatura del exiliado Perón. Se habló entonces de conformar un frente que nucleara a fuerzas mayoritarias, e incluso de la posibilidad de una candidatura del general Onganía, mientras el gobierno reconocía a la Unión Popular, una fracción neoperonista. Estos factores desencadenaron la rebelión del sector colorado, otra vez apoyado por la marina, pero que fue sofocada (abril de 1963).


En mayo se constituye el Frente Nacional y Popular, en el que confluyen la UCRI, la Unión Popular, el conservadorismo popular de Solano lima y otros pequeños partidos. Perón preconiza la fórmula Carlos Sylvestre Begnis-Vicente Solano Lima por el Frente. éste recibe el apoyo de Frondizi, que continúa detenido, pero no el de Oscar Alende, dirigente de la UCRI, que desea ser el candidato, lo que termina dividiendo a este partido en frentistas y antifrentistas.


La decisión del gobierno de no admitir listas de candidatos a electores de presidente de extracción peronista, y la tesitura del justicialista Raúl Matera de formar alianza en otro frente con hombres de la democracia cristiana, iniciativa que al fin desechó, crearon más dificultades para la concreción del Frente Nacional y Popular. Finalmente, el justicialismo se decidió por el voto en blanco.


En resumidas cuentas, en el acto electoral del 7 de julio de 1963 se enfrentaron el candidato radical del pueblo, Arturo H. Illia, Oscar Alende por la UCRI, y el general Pedro Eugenio Aramburu, que era sostenido por una fuerza nucleada a su alrededor, la Unión del Pueblo Argentino (UDELPA), en alianza con la democracia progresista, que obtuvieron respectivamente, 2.400.000, 1.600.000 y 1.300.000 votos. Los sufragios en blanco sumaron 1.500.000, lo que parece evidenciar que Illia se benefició con alguna parte de votos justicialistas.


De todas maneras, el acto merece el calificativo de vicioso: seguía estando ausente del comicio, y no por voluntad propia, el peronismo. Aun así, el gobierno veía frustrado a su candidato, el general Aramburu.


La Cámara de Diputados, merced a la aplicación del sistema proporcional, se convirtió en una heterogénea expresión representativa, sin mayoría para ningún partido: 71 radicales del pueblo, 45 intransigentes divididos en frondizistas y alendistas, 18 de UDELPA, 13 demoprogresistas, 18 conservadores, 17 de otros partidos menores.


La fórmula ganadora, Illia-Perette, no contaba con la mayoría de la mitad más uno de los electores para verse consagrada. Pero afortunadamente, a la hora de la votación de los electores, se desecharon los enjuagues políticos, y la fórmula que había obtenido el mayor número de sufragios obtuvo la mayoría absoluta de electores para ascender al poder 1090.


La gestión económica durante el gobierno de Guido, con la designación de Federico Pinedo como ministro del área, presentó ribetes liberales. Una fuerte devaluación del peso, la reducción de las retenciones respecto de las exportaciones de productos agrícolo-ganaderos, la disminución de la oferta monetaria y economías en el sector fiscal, produjeron una marcada recesión en toda la economía. Disminuyó el producto bruto interno y el consumo, hubo parálisis de buena parte del sector industrial, y desempleo. El subconsumo, la devaluación y la restricción del crédito, pusieron en serios aprietos a empresas que se habían endeudado en dólares en el período de Frondizi; una parte de ellas, quebró o vendió sus activos a bajos precios a capitales extranjeros.


A pesar de este cuadro negativo, en 1962 y 1963 se recuperaron las exportaciones de productos del campo, y la balanza comercial fue favorable, pero debe aclararse que se importó poco habida cuenta de la recesión existente 1091.







Presidencia de Arturo H. Illia (1963-1966)


El magro caudal de votos logrados por el candidato ganador, 21% de los ciudadanos empadronados, hacía presuponer la conformación de un ministerio donde alternaran algunas figuras de otras corrientes políticas. Con criterio discutible, el nuevo presidente se decidió a gobernar estrictamente con hombres de su partido; actitud cerrada que fue calificada como «partidocracia»1092.


La UCR del Pueblo, se había comprometido a anular los contratos petrolíferos durante la campaña preelectoral, Illia decidió cumplir con la palabra empeñada. La anulación de los contratos, trajo aparejada la necesidad de indemnizar a las compañías afectadas por un monto considerable en dólares. Además bajó la producción petrolífera sustantivamente 1093.


Ante los reclamos de la CGT por mejoras en el plano económico-social, Illia dio el silencio por respuesta. La central de los trabajadores contestó a su vez a esta actitud con la ocupación, aunque breve, de más de once mil establecimientos fabriles. El gobierno, entonces, dictó una ley estableciendo el salario mínimo, vital y móvil; intentó regular los precios; reglamentó la ley de asociaciones profesionales, dictada en la época de Frondizi, que en el fondo la violaba, tendiendo a dividir al movimiento obrero: decretó la veda de las actividades políticas de los sindicatos, el control de los fondos sindicales y la restricción del derecho de huelga.


Las últimas medidas enconaron a la CGT, pero el objetivo de crear fisuras en el movimiento obrero se alcanzó en parte: Augusto Vandor lideró un sector sindical que buscaba independizarse de la influencia de Perón, y que por ello se enfrentó con los ortodoxos leales al líder, que constituyeron la agrupación «62 de Pie». Las dos fracciones actuaban dentro de la CGT. Otros agrupamientos sindicales se apartaron de ésta y accionaban autónomamente 1094.


A fines de 1964, Perón, que estaba radicado en Madrid, intentó volver al país, pero solo llegó a Río de Janeiro, pues el gobierno brasileño atendió el pedido de nuestras autoridades imposibilitándole continuar el viaje, y tuvo que regresar a la capital española.


Debiendo realizarse elecciones de renovación de la Cámara de Diputados en marzo de 1965, el gobierno se decidió a levantar las proscripciones que pesaban sobre el peronismo y el comunismo. Aquél, sumando los votos ortodoxos y neo-peronistas, obtuvo 3.400.000 en todo el país, mientras que la corriente gobernante sólo computó


2.600.000. El panorama de esta Cámara continuó con la existencia de nada menos que trece bloques partidarios, sin que ninguno tuviera mayoría absoluta.


El peronismo también tenía sus problemas: en las elecciones de gobernador de Mendoza de abril de 1966, los prosélitos de Vandor prohijaron una fórmula que enfrentó a otra del sector ortodoxo. Aunque las elecciones fueron ganadas por el conservadorismo, la mayor cantidad de sufragios obtenidos por los ortodoxos en relación con el vandorismo, afirmó el liderazgo de Perón que había enviado a su esposa, Isabel Martínez, a colaborar con sus fieles 1095.


A medida que transcurría el tiempo, el apoyo del factor militar se iba debilitando. Las fuerzas armadas advertían la necesidad de una enérgica política de desarrollo económico, tendiente a colmar las aspiraciones de mejoramiento social que frenara una posible opción popular por soluciones extremistas. Veían depender la seguridad nacional de un crecimiento y modernización económicos. El gobierno se manejaba con lentitud, y en su encerramiento, desechaba las advertencias de una opinión pública que hacia 1965 ya agotaba su paciencia.


Ante la intervención militar en Santo Domingo por parte de Estados Unidos, Argentina aceptó la tesitura norteamericana de que la OEA se hiciera cargo de la situación de esa República y se creara una suerte de policía continental. Ambos factores significaban una violación del principio de no intervención, tan caro siempre a nuestra diplomacia, a través del tiempo. Todo hacía presumir que Argentina enviaría tropas a Santo Domingo, para lo que presionaban altos mandos militares. Illia se resistió, lo que disgustó a esos mandos.


En relación con las Islas Malvinas, el gobierno obtuvo todo un éxito con la sanción de la resolución nº 2065 de las Naciones Unidas, que posibilitó la iniciación del diálogo respecto de la soberanía con la potencia usurpadora del archipiélago. Era la primera vez que Inglaterra fue sentada en la mesa de las negociaciones, para que reviera su actitud más que centenaria 1096.


A fines de 1965 se produciría un hecho que tendría imprevisibles consecuencias: el comandante en jefe del ejército, general Juan Carlos Onganía, se alejó del cargo disconforme con actitudes de Illia, dejando al gobierno huérfano de apoyo militar, pues éste siempre le había llegado por conducto del jefe azul, quien no era partidario de la ruptura de la legalidad. La inoperancia del gobierno, falto de mayoría en las cámaras, necesarias para desarrollar políticas más decididas, provocaba un vacío de poder peligroso. Había sectores sindicales, como el de Vandor por ejemplo, que podían aliarse al ejército en la búsqueda de una solución política capaz de dinamizar y modernizar a la Nación haciendo posible el crecimiento económico. Con la separación de Onganía, de indudable prestigio en ese momento, se contaba con el liderazgo necesario para lanzar el proyecto revolucionario.


El día del ejército, 29 de mayo de 1966, el nuevo comandante en jefe del ejército, Pascual Pistarini, en su discurso conmemorativo de la fecha, enrostró al gobierno su debilidad y su falta de eficiencia para encarar los problemas acuciantes que el país afrontaba. Existían razones valederas en lo que expresaba Pistarini, pero debe observarse que el régimen electoral proporcional que los militares habían impuesto a Guido, dejó a Illia sin parlamento. Se estaba en mayo y este órgano aun no había aprobado el presupuesto del año.


El sistema proporcional es indudablemente más justo, pero le priva al poder ejecutivo de la mayoría necesaria en el Congreso para poder gobernar con eficacia. El sistema de lista incompleta no es tan meridianamente equitativo en la representación, pero le brinda al partido triunfante la posibilidad de controlar la Cámara de Diputados, al menos. El proceso electoral democrático es medio instrumental para llegar al poder. Cuando una fuerza arriba legítimamente a éste, no es lógico que el sistema electoral adoptado se constituya en una traba para poder cumplir con el objetivo esencialmente buscado, que es el de gobernar.


No obstante, debe decirse que ese radicalismo gobernante, parecía no estar a la altura de los tiempos nuevos que vivía la República. Había asegurado un clima de libertad inobjetable, pero esto no era suficiente: el campo económico-social exigía lucidez, imaginación y rapidez en el logro de soluciones para los palpitantes problemas que él presentaba.


El 28 de junio de 1966 las fuerzas armadas derrocaron al presidente Illia. El movimiento se produjo sin ninguna ulterioridad violenta 1097. Otra experiencia radical finalizaba por la vía de la fuerza. Durante aquella, la economía había mejorado: la balanza comercial fue superavitaria, la actividad industrial creció un 15% anual en 1964 y 1965, en tanto, el producto bruto lo hizo a razón del 8% cada uno de esos años debido a muy buenas cosechas, aunque disminuyó en 1966.


Se evitaron fuertes devaluaciones a fin de que no incidieran en el ingreso de los asalariados, siendo entonces pequeñas y pautadas. Ya se ha dicho que se anularon los contratos petrolíferos, y se dio por terminado el acuerdo stand-by con el Fondo Monetario Internacional, lo que incidió en la posibilidad de que entraran capitales del exterior, pero por el contrario, éstos salieron. La inversión disminuyó. La suerte de autonomía respecto de los centros financieros internacionales que se ensayó, nos privó del crédito internacional para mejorar la red vial, para crecer en provisión energética, para incentivar la siderurgia y la petroquímica 1098.


El salario real registró un aumento del 8% entre 1963 y 1965, bajando el índice de desocupación. La inflación no fue poca: el costo de vida subió un 40% en 1964 y un 29% en 1965. El gasto público se incrementó. En una palabra; en general mejoró el nivel de la producción y la situación de los trabajadores Pero los cruciales problemas de nuestra economía no fueron afrontados, como la inversión insuficiente, el atraso tecnológico, el déficit fiscal, el estímulo a las exportaciones, la racionalización administrativa.