Historia Constitucional Argentina
3. El Estado justicialista
 
 

Sumario: Intervención en la economía. La euforia (1946-1949). La crisis (1950-1952). Ajuste y mejoramiento (1953-1955). Algunos aspectos demográficos. La oposición. Las libertades individuales.



Intervención en la economía


El análisis de la reforma constitucional de 1949, ya es un buen indicador del grado de intervención del Estado en la economía durante el lapso 1946-1955.


En realidad, el proceso dirigista fue continuación del que emprendió la República a partir de 1930, con motivo de la fuerte depresión mundial, prolongado, como hemos visto, en la etapa de la restauración conservadora, y posteriormente durante los sucesivos gobiernos militares del lapso 1943-1946, para alcanzar su apogeo en el período que objeto de esta unidad. Para comprender mejor ese proceso, es menester, aunque más no sea panorámicamente, introducirnos en el estudio del quehacer económico justicialista de esos años.


Comenzamos por detectar tres momentos económicos en el transcurso de los años en que gobernó el peronismo: de 1946 a 1949, una primer etapa de euforia; de 1950 a 1952, un período de crisis; de 1953 a 1955, una fase de ajuste y mejoramiento.







La euforia (1946-1949)


Al comenzar la primera presidencia justicialista, la situación económica del país era próspera: industrialización creciente, producción agropecuaria abundante, con buena exportación, éramos acreedores de Inglaterra, buenas reservas de divisas, solidez de nuestra moneda, crédito pródigo, aceptable nivel de ocupación 1011.


Antes de la asunción de Perón, Farrell había nacionalizado del Banco Central bajo la inspiración del presidente del ente desde 1945, Miguel Miranda, con lo que el Estado nacional pasó a manejar la moneda y el crédito, especialmente después de la nacionalización de los depósitos bancarios. Por esta última medida, el total de los depósitos en los distintos bancos era transferido al Banco Central, con lo cual esas casas bancarias se quedaban sin fondos para prestar. De allí en más, por medio del redescuento, era el Banco Central el que facilitaba los fondos a los bancos, para que éstos a su vez pudieran dar créditos a los particulares, pero siguiendo las indicaciones del Estado 1012.


Farrell había nacionalizado los reaseguros mediante la creación del Instituto Mixto de Reaseguros, prohibiéndose reasegurar en el exterior los bienes y personas que estuviesen bajo jurisdicción nacional 1013.


Asimismo, en vísperas de asumir Perón, el gobierno de Farrell creó el IAPI (Instituto Argentino de Promoción del Intercambio). Este organismo se estableció sería el único comprador de cereales y oleaginosos, productos que vendería en el mercado exterior sustituyendo al conjunto de exportadores privados anteriores: Bunge y Born, Dreyfus, etc.; además, sería al que le competería efectuar la compra de lo que requiriera el país en el exterior. Obtuvo ganancias entre 1946 y 1948 y pérdidas en el lapso 1949 a 1952 1014. Pedro Santos Martínez define así su juicio respecto del IAPI: «Siempre se había sostenido que nuestros gobiernos no sabían vender, que los frigoríficos se aprovechaban de los productores ganaderos y que los monopolios cerealistas exprimían a los agricultores... Debe tenerse en cuenta que en el mundo de posguerra se produjo, bajo la égida de los EEUU, un virtual monopolio de compra. Nuestro país no tuvo otra alternativa que crear su propio monopolio estatal de venta. Con este procedimiento se defendían los precios de la producción nacional en el mercado internacional. Al mismo tiempo, se intentaba instituir un sistema que permitiese transferir a la industria los beneficios de una buena comercialización exterior de los frutos agropecuarios»1015. Sin embargo, la gestión de este organismo ha provocado críticas, bien referidas a las compras poco favorables que en algún momento se efectuaron, bien por favores otorgados a personas o empresas vinculadas al régimen en la concesión de permisos de importación. Félix Luna acota: «No hay duda que hubo despilfarros, negociados y coimas en el manejo del IAPI»1016.


Como es de prever, el control de cambios fue pieza maestra de la política económica justicialista. Se encargaron al Banco Central todas las funciones relativas a ese control, no persiguiéndose solamente mantener el equilibrio de la balanza de pagos, sino también favorecer a la industria nacional. Fijando variados tipos de cambio y regulando las importaciones, el Banco Central se constituyó efectivamente en instrumento de fomento del desarrollo de nuestra industria 1017.


Debido a que durante la segunda guerra mundial Argentina colocó sus productos en los mercados exteriores sin dificultades, y como las naciones compradoras no pudieron pagar porque estaban abocadas al sostenimiento del conflicto bélico, poseíamos, a fines de 1945, una reserva de 1.697 millones de dólares en bancos de Estados Unidos e Inglaterra. De esta significativa suma, alrededor de mil millones de dólares se invirtieron en estos rubros entre 1946 y 1948: 1°) Se compraron maquinarias y equipos para suplantar a los envejecidos que no habían podido ser renovados durante la guerra; 2°) Se pagó parte de la deuda externa pública y privada; 3°) Se nacionalizaron diversos servicios públicos: ferrocarriles, teléfonos, instalaciones de salubridad, puertos, etc.1018.


Se ha explicado en la unidad anterior, cómo el multilateralismo anterior a la crisis de 1929 fue sustituido a partir de ella, por el bilateralismo, que durante la gestión justicia-lista logró vigencia remarcable. Entre esos acuerdos bilaterales tuvieron gran trascendencia, para el futuro económico argentino los celebrados con Inglaterra.


El primer acuerdo, firmado en 1946, y que lleva la denominación Miranda-Eady, presenta estas cláusulas fundamentales: 1°) Las libras esterlinas bloqueadas en Londres, y que Inglaterra no podía pagarnos pues sus finanzas estaban exhaustas, fueron liberadas en mínima parte, redituando el saldo apenas un 0,5 por ciento; 2°) Inglaterra se comprometía a comprarnos durante cuatro años nuestros saldos exportables de carnes en alrededor de un 80%, sin asegurarnos medios de pago para esas adquisiciones; 3°) En materia ferroviaria, se formaba una sociedad mixta que se haría cargo de las empresas británicas, garantizándosele un 4% de ganancias anuales y eximiéndosele del pago de impuesto alguno; el Estado argentino hacía un aporte de 500 millones de pesos para la modernización del sistema, reservándose el derecho de adquirir las acciones que estuviesen en manos privadas. Los inversores ingleses poseedores de los ferrocarriles, detentarían ahora un valor en acciones en la nueva sociedad mixta equivalente al valor del capital ferroviario. En realidad, con el tratado Miranda-Eady, los ingleses no dejaban de hacer un buen negocio 1019.


La formación de la sociedad mixta ferroviaria no llegó a concretarse, y en 1947 Argentina se decidió por la compra de todas las líneas ferroviarias inglesas, en 150 millones de libras esterlinas, cifra que algún sector de la crítica histórica ha juzgado como alta y no acorde con el valor de lo adquirido 1020. En el convenio Andes firmado en 1948 se especificó que Argentina pagaría esa suma con sus exportaciones a Inglaterra a efectuarse a lo largo de ese año, y no con las libras bloqueadas en Londres, que por otra parte, al haber sido declaradas inconvertibles por el gobierno británico en 1947, no podían invertirse en compras en otros mercados; servían solamente para adquisiciones en Inglaterra. Por este convenio, Inglaterra se aseguraba los precios de las exportaciones argentinas de carnes y productos agrícolas, en cambio, Argentina no se aseguraba los precios de sus importaciones provenientes de Gran Bretaña, como combustibles, acero, etc.1021.


La compra de los teléfonos a la International Telephone and Telegraf Company, ITT, de capital norteamericano, se hizo por un precio que Pedro S. Martínez considera superior en un 250% a su valor real 1022. También se adquirieron los ferrocarriles franceses y otras veintiséis empresas casi exclusivamente de capital británico, dedicadas al transporte, la actividad frigorífica, etc.1023.


En esta primera etapa de la administración económica peronista, se formaron empresas estatales como Gas del Estado, de buena conducción, construyéndose el gasoducto entre Comodoro Rivadavia y Capital Federal, una excelente realización. Hacia 1950 nacía Aerolíneas Argentinas, iniciativa plausible, construyéndose otra obra encomiable: el Aeropuerto Internacional de Ezeiza. La Flota Mercante del Estado, que en 1947 tenía


500.000 toneladas, creció hasta llegar a más de un millón, seis años después. Se desarrolló una promisoria industria de construcciones navales. En 1947 se creaba la empresa estatal Agua y Energía Eléctrica, destinada a administrar obras de riego y las usinas eléctricas del Estado, construyendo diques como el Florentino Ameghino en Chubut, Las Pirquitas en Catamarca y Los Molinos en Córdoba; aunque la CADE continuó prestando los servicios eléctricos en Capital Federal y gran Buenos Aires.


Trascendente fue el inicio de la explotación carbonífera en Río Turbio, provincia de Santa Cruz 1024. En 1947, el general Manuel Savio elaboró el Plan Siderúrgico Nacional, que logró comenzar la producción de arrabio en Altos Hornos de Zapla y ponerle cimientos a la construcción de la planta siderúrgica de San Nicolás 1025.


Para combatir el comunismo que se irradiaba por Europa, Estados Unidos, por intermedio del general Marshall, ideó un plan que lleva este nombre, por el cual el país del norte, mediante préstamos y donativos, auxiliaría a la declinante Europa occidental de la post-guerra. Era una buena oportunidad para la colocación de nuestros productos, pero lamentablemente, Estados Unidos se negó a pagar precios equitativos por nuestra producción agrícola, que compensaran los altos precios que debíamos doblar por combustibles, maquinarias y equipos importados: además, la producción agrícola norteamericana fue más que suficiente para permitir excluirnos.


La necesidad de contar por lo menos con el mercado británico, explica las concesiones que Perón tuvo que hacer a esta nación en los convenios que se han mencionado párrafos atrás 1026. Y así, el convenio de complementación firmado con Gran Bretaña en 1949, siguió los lineamientos del convenio Andes: libras inconvertibles en pago de nuestros productos, precios de éstos previamente fijados, no así el de los ingleses que importábamos que se cotizarían a los precios internacionales 1027.


Como saldo positivo de este período de euforia, debe mencionarse la elevación de los salarios entre 1945 y 1949 en más de un 30%, lo que significó que el sector obrero aumentara su participación en el ingreso nacional del 45% al 55%. El producto bruto interno aumentó a un ritmo del 5% anual entre 1946 y 1948. La industria, especialmente la liviana, textil y metalúrgica, creció a razón del 5% anual de su producto entre 1946 y 1950, siendo en la construcción el incremento del 10% anual. Pero el gasto público pasó del 16% al 29% del producto bruto interno 1028.


En esta etapa comenzó a regir lo que se denominó I Plan Quinquenal, cuyo objetivo fue programar las realizaciones e inversiones correspondientes al período 19471951, proponiéndose, en lo social, terminar con la desocupación y elevar el nivel de vida de los trabajadores; en lo económico, aumentar la renta nacional, distribuir más equitativamente la riqueza, activar la industrialización del país y equilibrar los precios; en lo financiero, lograr el propio control de la moneda y el crédito; en lo político, obtener un desarrollo material y moral adecuados y mejorar la defensa nacional. El gobierno se jactó de haber realizado 75.000 obras públicas en virtud de este I Plan Quinquenal 1029.







La crisis (1950-1952)


La expansión que se vivió en el período 1946-1948 comenzó a decrecer en 1949, y luego la economía entró en la crisis de los años 1950-1952. Varios factores se conjugaron para ello. Las dificultades para la colocación de nuestros productos agropecuarios dado el plan Marshall, la disminución de los precios internacionales de esos productos, en contraposición con el aumento de las mercaderías importadas, fenómeno que ha dado en llamarse deterioro de los términos del intercambio, fueron elementos que comprometieron nuestra balanza comercial. El insuficiente desarrollo tecnológico de nuestro campo, las severas sequías de los años 1951 y 1952, hicieron su aporte negativo.


El peso creciente de la masa de combustibles que reclamaba la industrialización en avance, que requería, además, la importación de maquinarias y equipos que aún no producíamos, fueron rubros que también contribuyeron a debilitar las reservas de la Nación que, de más de 1.600 millones de dólares en 1946, bajaron a solamente 150 millones en 1949.


Hubo que restringir la importación de bienes, y esto, conjuntamente con el estancamiento de la producción, dada su baja capitalización, produjo un serio proceso inflacionario. En 1951, el costo de vida subió un 37% y los precios mayoristas un 48%, cifras sin antecedentes en aquella época 1030.


En 1952, cuando hacía pico la crisis, el gobierno tuvo que tomar medidas para conjurarla. Se propuso al pueblo el aumento de la producción, la restricción en el consumo para poder exportar más, el control de los precios, la concertación de convenios laborales cada dos años, y no anualmente, como se había venido haciendo hasta entonces, fomento de la producción agrícola, contención de las importaciones, mayor austeridad en el gasto público. En resumidas cuentas, toda una política económica de ribetes severos.


El corolario de esta política fue la puesta en vigencia del II Plan Quinquenal para el período 1953-1957, que en lo económico puso el acento en el mejoramiento de la agricultura y de la ganadería, sin descuido de las actividades industriales 1031.







Ajuste y mejoramiento (1953-1955)


Este ajuste de la economía tendiente a la estabilización y al desarrollo, fue apoyado en general por los distintos sectores, lográndose un mejoramiento de la producción agropecuaria e industrial, una disminución de la inflación, que fue del 4% durante todo el año 1954, y un mantenimiento de los ingresos de los trabajadores en relación con la renta nacional.


Los progresos habidos en cuanto a la producción agrícola, fueron en parte resultado de los aumentos de los precios de los frutos, debido a los subsidios que el gobierno nacional dispuso para ellos, que originaron pérdidas para el IAPI.


Se promovió la entrada de inversiones y préstamos del exterior, lo que resultó inusitado para el régimen justicialista. Una nueva ley que elevó los porcentajes que los capitales extranjeros podían enviar al exterior en concepto de dividendos, permitía el establecimiento de fábricas de tractores, como la Fiat Concord en Córdoba, y de automotores Mercedes Benz y Kaiser. El Exim Bank, por su parte, otorgó un préstamo para la construcción de la planta siderúrgica de San Nicolás 1032.


Pero el énfasis se puso en el mejoramiento de la producción de petróleo. Nuestra producción había subido un 75% en 1953, respecto de 1946, a pesar del retaceo de equipos de perforación y otros materiales necesarios por parte de Estados Unidos, pero la demanda excedía cada vez más lo que extraíamos. El déficit de combustibles llegó a sobrepasar el 50% de lo que se necesitaba. Esto paralizaba el desarrollo y producía un drenaje de divisas severo a fin de importar el petróleo faltante.


Perón llegó a declarar que de cada 4 dólares que importábamos, 1 era para adquirir combustibles, debido a esto, después de intentos con otras compañías, se negoció con la California Argentina de Petróleo S.A., subsidiaria de la Standard Oil de California, firmándose un pre-contrato que fue elevado al Congreso en mayo de 1955, conviniéndose que si éste no lo aprobaba, el mismo quedaría nulo. Por él, se otorgaba una concesión sobre 49.800 km2 en la provincia de Santa Cruz, superficie que iría disminuyendo a medida que transcurriera el tiempo, hasta quedar reducida a 5.000 km2 a los veinte años; el tiempo de duración era de cuarenta años prorrogables por otros cinco años, durante los cuales la California perforaría, explotaría, catearía y extraería petróleo en esa zona.


La empresa se comprometía a extraer cerca de 200 barriles diarios, y el Estado argentino, como socio, percibiría el 50% de las utilidades netas. La California se obligaba asimismo a invertir capitales en exploraciones, estando facultada para construir y conservar aeropuertos, sistemas de telégrafos y teléfonos, embarcaderos y caminos, destinados exclusivamente a facilitar las operaciones de la compañía, de acuerdo al contrato. El petróleo extraído por la California sería vendido a YPF en dólares, al precio en que se vendiera el petróleo de análoga calidad en East Texas, Estados Unidos, con la previsión de efectuar un ajuste en relación con el precio del petróleo venezolano, de similar calidad, cuando los precios de ambos difirieran más de lo prudente; debe destacarse que el precio del petróleo yanqui era superior al del petróleo de medio oriente.


La importación de maquinarias, equipos, aviones, barcos, automotores, que hiciera la compañía, no tenía necesidad de autorización previa del Estado y era libre del pago de cualquier impuesto o tasa. Dichos elementos podían ser reexportados con las mismas franquicias.


Si el Estado argentino rescindía el contrato, debía pagar a la California una indemnización que incluía el lucro cesante. Si la rescisión provenía de la voluntad de la compañía, ésta debía abonar al Estado las sumas mínimas no invertidas en la explotación, pudiendo reexportar sus equipos. En caso de desacuerdo sobre puntos del contrato, intervenía la Corte Suprema de Justicia. Cuando la cuestión era de índole económico-financiera, luego de un procedimiento conciliatorio, podía llegarse, para dirimir la cuestión, a la designación de peritos neutrales, que por ello serían extranjeros 1033.


En la Cámara de Diputados, la mayoría propuso reformas sustantivas a diversas cláusulas del pre-contrato; el trámite de las negociaciones quedó interrumpido por el estallido de la revolución de 1955.


Las opiniones sobre el contrato son diversas. Pedro S. Martínez lo llama leonino 1034. En cambio, una opinión de la vertiente justicialista, la del economista Alfredo Gómez Morales, expresa: «El convenio era, a mi juicio, realmente conveniente para el país que, sin asumir compromisos financieros de ninguna índole, se aseguraba el esfuerzo técnico y económico de una de las empresas de mayor experiencia mundial en la localización y extracción del petróleo. Si a esto se agrega la circunstancia de que los trabajos debían llevarse a cabo en lejanas zonas, prácticamente desérticas, fuera de los planes de trabajo de YPF, y que el petróleo extraído debía ser entregado a la empresa estatal hasta el total abastecimiento del país, para repartir las utilidades finales por partes iguales entre el Estado y la Compañía, ninguna duda cabría ya sobre las conveniencias del mismo, desde el punto de vista económico. Nadie podría negar, sin embargo, que el convenio firmado tal como siempre se admitió, era perfectible y que su revisión, realizada con intención constructiva, hubiera podido aventar aquellas objeciones dignas de ser tomadas en cuenta, dentro del maremagnum de exageraciones y verdaderos disparates a que la pasión política arrastró a varios de sus impugnadores»1035.







Algunos aspectos demográficos


En 1947 se realizó el IV censo nacional. El resultado fue que la población argentina estaba cerca de los 16 millones de habitantes, el doble en relación con la que arrojó el tercer censo, de 1914. La tasa de natalidad, que había sido del 34.6 por mil en el período 1914-1918, pasó a ser del 24.9 por ciento en el quinquenio 1947-1952. A su vez, la tasa de mortalidad, descendió, entre ambos períodos, de 16 a 9,2. Con lo que Argentina, siguiendo la tendencia mundial, fue disminuyendo la proporción de menores de 15 años y elevando el porcentaje de mayores de 65 años, esto es, se nota un progresivo envejecimiento de la población.


Según el IV censo, el 15,3% de la población estaba constituida por extranjeros, esto es, cerca de 2 millones y medio de personas. Entre 1947 y 1954 entraron al país


700.000 extranjeros, en su mayoría italianos, siendo el segundo lugar ocupado por los españoles. La mayor concentración de extranjeros se encuentra en el gran Buenos Aires, zona pampeana y sur del país. También fue importante la inmigración de paraguayos, bolivianos y chilenos, en orden decreciente.


Durante la etapa justicialista continuaron las migraciones internas, especialmente de las provincias de Santiago del Estero, San Luis, La Rioja, Catamarca y Corrientes, hacia el gran Buenos Aires en forma particular, a un ritmo de más de 95.000 personas por año. Esto permitió que la población de esta zona creciera el 232% entre 1914 y 1960, mientras que la correspondiente a todo el país creció entre esas fechas sólo un 126% 1035 bis.







La oposición y las libertades individuales


Las elecciones de 1946 prácticamente borraron del mapa institucional argentino a conservadores, socialistas y demoprogresistas, demostrando, asimismo, que el comunismo contaba con un ínfimo apoyo del electorado.


El radicalismo se constituyó en la única fuerza opositora con un número de representantes sustantivo, pues sus diputados alcanzaron el número de cuarenta y cuatro. Este partido estaba dividido entre quienes habían preconizado la alianza derrotada en 1946, la Unión Democrática, y que por ello eran llamados «unionistas», y quienes se habían opuesto a la formalización de esa coalición, y que eran conocidos como «intransigentes». Estos habían conformado la línea interna «Intransigencia y Renovación», que según sus promotores se habría de caracterizar por ser una corriente revolucionaria, popular, nacional, antiimperialista y antioligárquica. Contaban con un número mayoritario dentro del bloque radical de la Cámara de Diputados, y sus líderes fueron Ricardo Balbín y Arturo Frondizi. Conducido por estos dirigentes y otros del «unionismo», el bloque radical realizó una implacable crítica a la labor de gobierno de Perón. En el Senado, mientras tanto, había unanimidad justicialista, pues los dos senadores conservadores por Corrientes, no se incorporaron al cuerpo 1036.


Ya asumido el poder, Perón logró disolver a las fuerzas políticas que lo habían apoyado electoralmente en 1946, esto es, laborismo, radicalismo de la Junta Renovadora y fracciones independientes. Sus prosélitos fueron nucleados en un partido único, que por ello se denominó Partido único de la Revolución, no sin ser resistida esta operación por sectores del laborismo bajo la conducción del líder sindical Cipriano Reyes, lo que finalmente le costó largos años de cárcel.


Las cosas en el oficialismo se verticalizaron, y a poco Perón impuso su férrea voluntad en él. Sin embargo, dentro de la agrupación que con el tiempo se denominaría Partido Peronista, siempre subsistió una sorda pugna entre el sector procedente de la militancia política y el grupo dirigente de extracción sindical 1037.


La aparición de la esposa del presidente, María Eva Duarte de Perón, como un nuevo ingrediente, contribuiría a conformar un liderazgo bicéfalo dentro del peronismo, o diarquía, en la denominación que se le ha dado 1038, perfil éste, inédito en la experiencia política de esos años. A la gestión de esta singular mujer, se debe la conformación de la tercera rama del peronismo, el Partido Peronista Femenino, cuya influencia se hizo sentir especialmente luego de la adopción del sufragio femenino en 1947 1039.


A medida que avanzaba el tiempo, el clima de las libertades públicas se fue enrareciendo. A partir de 1948, varios diputados de la bancada radical fueron despojados de sus fueros parlamentarios y expulsados de la Cámara, como Balbín, que incluso fue encarcelado. Las radioemisoras fueron monopolizadas por el Estado, y a la oposición le fue vedado el uso de las mismas con fines de propaganda electoral o para difusión de su pensamiento. Algunos periódicos opositores fueron clausurados, como el socialista «La Vanguardia». A «La Prensa» y a «La Nación» le fueron cercenadas sus cuotas de papel. No tiene explicación que un gobierno que contaba con una popularidad mayoritaria notable, se ocupara de retacear la posibilidad de que la oposición pudiera realizar su tarea de control, necesaria en todo régimen democrático 1040.


En las elecciones de diputados nacionales de 1948, el peronismo logró un triunfo más rotundo que en 1946. Mientras tanto, Eva Perón realizaba una encomiable gestión en favor de los humildes desde la Fundación que llevaba su nombre. Su acercamiento al aparato sindical, le permitió jugar un papel de intermediaria en el logro de conquistas para los obreros. Todo esto ayudaba la tarea del presidente, pero al mismo tiempo prestigiaba a su mujer, que adquirió un poder político evidente 1041.


Cuando se aproximaba la finalización del primer período presidencial de Perón, se produjo la expropiación del diario «La Prensa», que pasó a convertirse en la expresión periodística de la CGT, otro error: ni la fuerza gobernante necesitaba de estos procedimientos para afirmarse, ni la CGT apropiarse de un órgano de prensa conservador, esto es, de sus antípodas ideológicas, para hacer oír su voz. Con ello se acentuó la uniformidad informativa 1042.


El 22 de agosto de 1951, en una multitudinaria manifestación, el peronismo proclamó una fórmula inusitada para la próxima renovación presidencial: Juan Perón-Eva Perón. Pero ésta, unos días después, rehusó su nominación, quizás porque Perón intuyó resistencias en las Fuerzas Armadas respecto de tal postulación. La fórmula quedó integrada nuevamente con Hortensio Quijano 1043.


Antes de las elecciones, el 28 de septiembre de ese año 1951, se produjo una asonada militar dirigida a deponer al presidente, cuyo principal responsable fue el general Benjamín Menéndez; fracasó dada su improvisación, sin que se produjeran choques armados. El Congreso sancionó el «estado de guerra interno», que duró hasta la revolución de 1955, y que incrementó las facultades del poder ejecutivo notoriamente 1044.


Mientras tanto, se desarrollaba la campaña electoral para la renovación presidencial. El radicalismo había proclamado la fórmula Balbín-Frondizi, en una convención partidaria en la que estuvieron ausentes los unionistas y los sabattinistas, estos últimos seguidores del líder cordobés Amadeo Sabattini. En la elección del 11 de noviembre de 1951, el triunfo de Perón fue aplastante: 4.580.000 votos contra 2.300.000 del radicalismo, a quien acompañó toda la enconada oposición que poco más o menos había estrechado filas en la Unión Democrática de 1946. El peronismo obtuvo el triunfo en todas las provincias, una amplia mayoría en la Cámara de Diputados y la unanimidad en el Senado. El 4 de junio de 1952, Perón inició su segunda presidencia, pero no acompañado por Quijano, quien falleció poco antes. La elección de un vicepresidente se postergó 1045.


En esta presidencia fue evidente la disminución del volumen de la capacidad y eficiencia de los colaboradores del presidente, no solamente en los ministerios y demás funcionarios de jerarquía de la administración nacional, sino también en los gobiernos provinciales, con algunas excepciones.


La inmediata muerte de Eva Perón, significó otro golpe a la eficacia con que hasta ese momento se había manejado el régimen. Dicha desaparición, para muchos observadores, le privó al presidente, como es lógico, de un fuerte apoyo moral y político, incidiendo en su equilibrio emocional 1046.


En la primera parte de 1953, Perón hubo de soportar una grave contrariedad: su secretario privado, Juan Duarte, hermano de Eva, se suicidó en momentos en que el propio presidente había ordenado una investigación respecto de sucios manejos en que se habría encontrado involucrado su cuñado.


La ola de rumores sobre enriquecimientos ilícitos, llevó al oficialismo a la organización de una concentración que demostrara su solidaridad con el presidente. Pero ese 15 de abril de 1953 resultaría trágico: un grupo de opositores extremistas colocó una retahíla de bombas en las inmediaciones del lugar donde se desarrollaba el acto, lo que ocasionó la muerte de cinco asistentes y buena cantidad de heridos. La contestación a la provocación fue inmediata: se incendió el Jockey Club y se atacaron locales partidarios del radicalismo, conservadurismo y socialismo. Numerosos opositores incrementaron el número de detenidos por motivos políticos. Una amnistía votada por el Congreso a fines de ese año, significó la liberación de una sustancial proporción de ellos 1047.


Durante 1954, en abril, hubo comicios para designar vicepresidente y renovar cargos legislativos. El candidato oficial a la vicepresidencia, almirante Alberto Teisaire, logró sobre el candidato radical una ventaja similar a la obtenida por el peronismo en las elecciones de 1951 1048. El régimen, que estaba capeando la crisis económica de los años anteriores, continuaba en el cenit de su poder.


Los sectores obreros y una buena parte de la clase media, seguían disfrutando de un bienestar y una seguridad social que eran inéditos, y los partidos políticos, para esos sectores, eran recuerdo de una etapa en que habían pasado dificultades. Jubilaciones, vacaciones en Córdoba y Mar del Plata, aguinaldo, alquileres congelados, atención médica generalizada proporcionada por obras sociales eficientes, salarios dignos, precios controlados, subsidios a los productos de primera necesidad, indemnización por despido, tribunales del trabajo que se esmeraban en hacer observar la legislación específica, mejores condiciones de labor, son algunas de las realizaciones que pesaban decididamente a la hora de la emisión del voto. Pero había algo más: por primera vez, a lo menos en este siglo, los estamentos más humildes de nuestra sociedad se sentían también ellos protagonistas del quehacer político-social, se sentían dignificados 1049.


No era una situación ideal, habida cuenta que el Estado hacía sentir en muchos aspectos su influencia monopolizadora y autocrática: en buena parte del campo económico, en el orden gremial, en los medios de comunicación social, en casi toda la educación. Como se verá en el capítulo siguiente, este año 1954, sin embargo, fue el último en que el régimen gozaría de su vertical predominio, pues desde fines de ese año se agitarían peligrosamente los gérmenes de oposición, hasta desembocar en la revolución que lo derrocaría.