Historia Constitucional Argentina
CAPITULO 11 | 1. El justicialismo
 
 

Sumario: Caracterización. Los factores de poder en el período. Política internacional.






Caracterización


Argentina, que según se ha visto, vivió a partir de 1930, una nueva etapa de su proceso histórico, asistiría entre 1946 y 1955, a una experiencia realmente inusitada, en la que influyeron la propia índole de nuestro pueblo, la época en que se desarrolló dicha experiencia, el contexto internacional, el protagonista principal de los acontecimientos político-sociales sucedidos, y la fuerte y especial personalidad de su esposa.


La caracterización del justicialismo no es sencilla y ha dado origen a múltiples especulaciones que continúan produciéndose 977. Se intentará en los párrafos que siguen, enumerar las fundamentales peculiaridades que podemos detectar en este fenómeno argentino que es el justicialismo.


1°) El justicialismo puede ser señalado como el tercer gran movimiento popular que tuviera como escenario a Argentina.


En el siglo pasado el primero fue el federalismo que, como se sabe, desapareciera bajo la dura represión desatada por la política liberal post-Pavón; le siguió el radicalismo, nacido a fines del siglo pasado, y en cuyas motivaciones se denota la presencia de algunas provenientes del federalismo, que a pesar de su desaparición física, quedó vivo espiritualmente en personas, familias, demandas e ideales. Así, por ejemplo, la defensa del sufragio universal irrestricto, de las autonomías regionales, de valores culturales vernáculos, del aparato productivo nacional, de la dignidad de la República, son algunos de los requerimientos que subsistieron.


Los componentes populistas, cristianos, nacionalistas, proteccionistas, que tuvo el justicialismo desde su aparición, revelan que esas demandas son algo permanente en la historia de los grandes movimientos multitudinarios argentinos.


También es curioso apreciar como en los tres casos mencionados, minorías ideológicas con fuerte acento foráneo, intentaron dividir y desnaturalizar esas corrientes populares: los cismáticos o lomos negros en el federalismo, los antipersonalistas en el radicalismo y la izquierda subversiva en el caso justicialista. A esos intentos desviacionistas se respondió, por parte de las mayorías, con una fuerte adhesión al personalismo o verticalismo de turno 978.


2°) El justicialismo significó una tercera posición ideológica frente al liberalismo capitalista y al marxismo colectivista.


El 5 de octubre de 1948 Perón lo expresó así: «El imperialismo ruso defiende el comunismo, vale decir, la explotación del hombre por el Estado. El otro grupo defiende el capitalismo, vale decir, la explotación del hombre por otro hombre; no creo que para la humanidad ninguno de los dos sistemas sea la solución y, en consecuencia, ninguno de los dos sistemas puede subsistir en el porvenir. Es necesario ir a otro sistema, donde no exista la explotación del hombre, donde seamos todos colaboradores de una obra común para la felicidad común, vale decir, la doctrina esencialmente cristiana, sin la cual el mundo no encontró solución»979. Y en las llamadas veinte verdades del justicialismo, también expuestas por Perón, se lee en la no 14: «El justicialismo es una nueva filosofía de la vida, simple, práctica, popular, profundamente cristiana y profundamente humanista»980.


En realidad, el justicialismo preconizó un capitalismo humanizado, tal como lo revela el propio Perón en este párrafo dicho en 1947: «Nosotros seguimos la corriente capitalista, pero estamos procurando ir aliviando su explotación; dejándola que gane, que cree la riqueza, pero no dejando que explote al hombre; la explotación ha de hacerse sobre la tierra y la máquina, pero jamás sobre el hombre»981.


Es evidente la influencia que la doctrina social de la Iglesia Católica ejerció sobre el justicialismo si nos atenemos a estos conceptos; pero además, el estudio de muchas soluciones que plantea el justicialismo, son contundentes al respecto. Para ejemplificar, véase lo que expone Perón sobre la lucha de clases: «Buscamos suprimir la lucha de clases, suplantándola por un acuerdo justo entre obreros y patronos, al amparo de la justicia que emane del Estado»982. Sobre el respeto a la propiedad privada, reconociéndole, al par de su función individual, una función social –principio de raíz filosófica inspirado en Santo Tomás de Aquino–, Perón expresó: «El capital ha sido humanizado; porque la propiedad, el capital y las riquezas son ahora bienes individuales en función social»983; axioma que recogió el artículo 38 de la reforma constitucional de 1949.


3°) Quizás los postulados justicialistas se encuentren bien sintetizados en el lema compuesto por las verdaderas ideas fuerza de esta corriente: justicia social, independencia económica y soberanía política; esto es, vigencia de los derechos sociales, manejo de los resortes de la economía con emancipación de los imperialismos contemporáneos, y respeto de la libre expresión popular a través de los comicios.


4°) El justicialismo se presentó más como un movimiento que como un partido político. Este fue visto por Perón, como una expresión de la división de los intereses en el campo económico-social proyectado al ámbito político, factor que debilita en resumidas cuentas a la Nación. El justicialismo se sintió a sí mismo como una ancha corriente comunitaria capaz de articular todos los esfuerzos y de soslayar todos los egoísmos sectoriales, pretendiendo un encuentro nacional que suprimiera las banderías 984. Ya se ha visto como condenó la lucha de clases, y en su lugar prefirió la colaboración entre ellas 985.


5°) Con esta concepción, lógicamente, el justicialismo tenía que resultar policlasista, al igual que lo ocurrido con el federalismo y el radicalismo. El justicialismo se nutrió especialmente con el estamento obrero, pero capitalizó asimismo una ancha franja de la clase media, y se acercaron a él expresiones de los sectores altos vinculados particularmente con la actividad industrial y con las oligarquías provincianas 986. Perón no quiso que el justicialismo se limitara a ser un partido obrero exclusivamente.


6°) De los dos ingredientes filosóficos que pretenden detentar las modernas democracias, como son la libertad y la igualdad, el justicialismo ha hecho hincapié más en la última que en la primera, es decir, ha puesto el acento más en una distribución equitativa de los bienes, que en el goce irrestricto de los derechos humanos por parte de todos los habitantes.


Afirmó el ejercicio de la autoridad como medio para que los que tenían escasez de bienes, obtuvieran un mejor reparto de la renta nacional, y con ello luchó por la afirmación de una mayor igualdad económico-social.


La oposición al justicialismo por los más satisfechos, y su opción por un mejor goce de las libertades individuales, se explica porque disfrutando del bienestar, no necesitaban sino que esa autoridad les permitiera gozar de su posición superior sin cortapisas.


Como se verá, lamentablemente, no se logró un equilibrio aceptable entre las dos tendencias, una hacia la igualdad y la otra en dirección de la libertad, y el justicialismo, en su última etapa, se inclinó peligrosamente hacia una autocracia populista, buscando la unidad se desplazó hacia la uniformidad.







Los factores de poder en el período 987


Habiendo surgido el justicialismo como producto histórico de una revolución militar, siendo su líder un militar de jerarquía, que ocupara el ministerio de guerra desde la primera parte de 1944, todo haría presumir que durante el lapso 1946-1955 el apoyo militar tendría que haber sido monolítico, pero no fue así 988.


El justicialismo contó con buena respuesta de una parte de la oficialidad del ejército, con toda probabilidad, del mayor número, y los suboficiales lo respaldaron aún en mayor medida. No ocurrió lo mismo en la marina: vastos sectores lo resistieron, durante mucho tiempo, más o menos encubiertamente. La nueva arma creada, la fuerza aérea, fue proclive al apoyo. De tal manera que, con algunas excepciones de peso, puede admitirse que el poder militar no le fue esquivo al peronismo.


Había una razón de simpatía corporativa ante los éxitos logrados. No obstante, no dejaron de influir las resistencias que entre los militares despertaron las fuerzas demoliberales, que en el momento crítico de octubre de 1945, habían preconizado el traspaso del poder a la Suprema Corte de Justicia, esto es, la sustitución del poder militar por una suerte de poder civil. El apoyo del poder militar, flaqueó hacia el ocaso del régimen justicialista, cuando éste se apartó de presupuestos ideológicos muy caros a nuestras fuerzas armadas.


El poder sindical fue la columna maestra en la arquitectura justicialista. La Confederación General del Trabajo pasó de 300.000 a alrededor de 3 millones de obreros afiliados a los distintos sindicatos nucleados en ella. Una tercera parte de los escaños del Congreso eran ocupados por miembros de la central obrera. Un ministerio, el de Trabajo y Previsión, les pertenecía, además de otros puestos claves en la función pública, los agregados obreros en las embajadas y el apoyo estrecho y consecuente de Eva Perón.


Ya en el poder, el presidente fue afirmando su influencia en este factor de poder, y logrando una más homogénea conformación de la CGT, hasta obtener que cristalizara en una central única, fiel a la doctrina justicialista y alejada completamente de su pasado ideológico de signo anarquista, socialista o comunista 989.


El factor de poder espiritual, la Iglesia Católica, había recomendado a sus fíeles, en un documento dado con motivo de la realización de las elecciones de 1946, que no se votasen a los partidos que en sus plataformas auspiciaran el laicismo, el divorcio vincular y la separación de la Iglesia y del Estado (17 de noviembre de 1945), exponiendo así públicamente sus milenarias convicciones. Esto perjudicó notoriamente a la Unión Democrática, que albergaba a una mayoría de fracciones cuyos programas partidarios sostenían esos principios. Lógicamente, Perón resultó beneficiado, pues rechazaba tales propuestas.


La ratificación legislativa de la enseñanza religiosa en 1947, acercó más la comunidad católica al oficialismo, y a pesar de que, como veremos, no faltaron roces entre el poder político y la Iglesia entre 1946 y 1954, además de renuencia de algunos clérigos y determinados sectores de laicos respecto de la conducción justicialista, las relaciones entre ambas esferas de poder se desenvolvieron dentro de un marco de aceptable normalidad 990.


Con el poder ideológico la cosa fue distinta: en general le fue opositor a Perón. Es verdad que grupos de católicos, sectores de FORJA y cenáculos nacionalistas, se acercaron al justicialismo y hasta colaboraron con él en la Universidad, por ejemplo. Pero en ésta, la mayoría dentro de los estamentos docentes y estudiantiles, enfrentó al régimen, desde la derecha a la izquierda. Socialistas y comunistas, con alguna excepción que no hace sino confirmar la regla, se colocaron en una rígida postura opositora.


La prensa tradicional fue, con matices, marcadamente adversa. Lo mismo aconteció con la justicia, con la Corte Suprema de Justicia a la cabeza, hasta que el Congreso, por medio del juicio político, separó a los miembros con una sola excepción 991.


Sintetizando, el justicialismo contó con un soporte constituido por los poderes militar y sindical, y con la expectativa benevolente del poder espiritual, situación que le permitió el cumplimiento de sus objetivos con soltura. Cuando algunos de esos factores de poder cambiaron de actitud, total o parcialmente, las dificultades sobrevinieron, como se verá más adelante.







Política internacional


Las propias convicciones ideológicas del justicialismo lo llevaron a tomar distancias respecto de los dos bloques en que se había dividido el orbe después de la segunda guerra mundial: el capitalista y el comunista. Pero esto no fue tan tajante.


La denominada tercera posición del justicialismo, comprendía el liderazgo de Argentina respecto del conjunto de naciones latinoamericanas, evitando confrontar con Estados Unidos y sus aliados occidentales, con los que se negociaría. Tampoco se mantendría una posición de aislamiento respecto de la Unión Soviética y países satélites, con los que se reanudaron relaciones diplomáticas.


Todo esto llevaría a una actitud de abstención en las votaciones de los organismos internacionales, cuando el bloque occidental y el oriental se enfrentaban. La tercera posición se completaba con un particular cuidado de las relaciones con España, a quien Perón consideró siempre como la Madre Patria, y demás países latinos europeos, en especial Italia 992.


En el terreno de los hechos, sin embargo, puede apreciarse que Perón, con habilidad, buscaba un entendimiento con Estados Unidos que ubicara mejor a Argentina en la lucha que aquél libraba con la Unión Soviética. Así en 1947, el Congreso ratificó las resoluciones de Chapultepec, con ánimo de obtener que Washington revocara la prohibición de vender armamentos a nuestro país 993. En la Conferencia Interamericana de Río de Janeiro de 1947, Argentina se adhirió al Tratado de Asistencia Recíproca en caso de ataque armado a un Estado americano. ¿Ataque proveniente de dónde? Aludía, obviamente, a las graves tensiones entre EEUU y Rusia 994.


En la Novena Conferencia Interamericana de Bogotá de 1948, Argentina volvió a su postura obstructora de los planes norteamericanos respecto del continente, oponiéndose a un proyecto de dicha potencia, avalado por Chile y Brasil, de formar un bloque anticomunista. Pero era nuestra reacción ante la exclusión que habíamos sufrido como país proveedor de alimentos a Europa, dentro del marco del plan Marshall 995. Sin embargo, en 1950, desatado el conflicto de Corea, la primera intención de Perón fue colaborar, enviando soldados, con las Naciones Unidas, que a su vez contaban con el apoyo de Estados Unidos; esta primera decisión fue cambiada, dada la resistencia civil al envío de tropas, por la provisión de alimentos a Corea del Sur, invadida por la comunista Corea del Norte 996.


Por otra parte, disconforme con el panamericanismo que según su concepto había facilitado el predominio norteamericano en el continente, Perón fue un entusiasta sostenedor del latinoamericanismo, esto es, del acercamiento y colaboración entre los países de raíz hispánica. Sin perjuicio del principio de autodeterminación de los pueblos, pensaba que esas naciones debían estar «firmemente unidas para desbaratar cualquier vasallaje extraño», para lo cual preconizaba una «‘confederación latinoamericana de naciones»997. También hizo hincapié en la cooperación económica, prohijando una unión aduanera sudamericana, que de alguna manera tuvo comienzo de ejecución con Chile, dada la firma del Acta de Santiago en 1953 a la que adhirieron Bolivia y Paraguay. Con este último país tuvo el gesto fraterno de devolverle los trofeos de guerra conquistados en la guerra de 1865-1870. Con Nicaragua y Ecuador se firmaron también acuerdos. Los planes de unión aduanera y complementación económica, se vieron dificultados por la reticencia brasileña a integrarse al bloque ya formado 998.


Perón deseaba, asimismo, un buen nivel de acercamiento con los países latinos europeos, habiéndolo expresado en persona: «Nuestro país quiere estar a la vanguardia de la latinidad»999; y reflejándolo en los hechos. Excluida España de los beneficios del Plan Marshall, por estar acusada de apoyo al Eje durante la guerra, nuestro gobierno, además de hacerle una donación de 2.000 tt. de trigo y 2.000 de maíz, le otorgó un préstamo de 1.750 millones de pesos, pagaderos en pesetas, y otros beneficios económicos. Con Italia, el tratamiento comercial también fue preferente otorgándosele un crédito de 700 millones de pesos 1000.


Sin perjuicio de establecer lazos comerciales con Rusia y otros países socialistas, el acercamiento con Estados Unidos –que ya nos había facilitado un préstamo de 125 millones de dólares en 1950– se vio allanado por la visita en 1953, del hermano del presidente de los Estados Unidos, Milton Eisenhower, a Buenos Aires. La instalación de la fábrica de automotores Kaiser en Córdoba y el contrato petrolífero con la California, este último ya se ha de comentar, fueron resultados del mejoramiento de nuestras relaciones con ese país 1001.