nuestros pueblos
San Vicente
 
 

San Vicente, laborioso y creativo



Los lapachos rosados aportan a la bella arquitectura del puebloLos inmigrantes


marcaron el tono


industrial de este


pueblo del centro


provincial



San Vicente.— Las características particulares de esta población del sudeste del departamento Castellanos, de poco más de seis mil habitantes, superan la capacidad de asombro de quien la visita sin conocer su historia.


Emplazada en una región de privilegio por la calidad de sus campos para la actividad agraria, como innumerables poblaciones argentinas carece de acta de fundación y sólo se conoce la fecha de pedido de habilitación de traza al Departamento Topográfico Provincial: 22 de marzo de 1884.


Ubicada a la vera de la ruta 34, a 170 kilómetros al noroeste de Rosario, sus cualidades estéticas evidencian una histórica capacidad de planificación urbana. Testimonio de ello son una espléndida plaza central que contrasta con el resto de un paisaje afectado por la larga sequía, los bulevares que la circundan y los que de allí trazan la planta urbana hacia los cuatro puntos cardinales, todos ornamentados con deslumbrantes lapachos rosados en flor.


A pesar de que los lugareños marcan como signo negativo una carga idiosincrática conservadora, heredada de la pionera comunidad piamontesa, hay signos que marcan una identidad creada, protegida y defendida a lo largo de los años y que hoy se erige y marca la diferencia respecto de otras poblaciones.


Entre otras muestras de ese fenómeno, basta decir que en San Vicente se creó en 1920 la primera cosechadora de Sudamérica, y desde hace 60 años se practica rugby en forma ininterrumpida, una característica única en los pueblos del interior santafesino.


También se alcanzó un nivel de motorización institucional que marcó el camino para alcanzar logros en disciplinas culturales, educativas y deportivas.


Las actividades culturales se desarrollan en un esplendoroso edificio en el que funcionó el hospital de la localidad, cuyo fundador fue el médico Alfredo Grassi, el primer graduado en medicina de la Universidad Nacional de Rosario. El viejo edificio, ahora refuncionalizado, alberga la Casa de la Cultura, la Biblioteca Popular Mariano Moreno, el Museo y Archivo Histórico Regional de San Vicente y se realizan allí talleres de cerámica y vitrofusión, entre otros. También ensaya en ese lugar el Coro Polifónico Comunal San Vicente, una formación de 40 años de trayectoria que representó a la localidad a nivel regional, nacional e internacional.


Otro orgullo local es el Anfiteatro José Hernández, construido bajo normas de diseño avanzadas que conforman un sitio integrado en el corazón de la ciudad que alberga a más de 700 personas. Las bellas pérgolas que lo circundan . disimulan la vistosa estructura construida bajo nivel, con un amplio escenario y excelentes instalaciones para los artistas. Allí trabajan la Banda Comunal y otros talleres culturales.


En la sala Presidente Sarmiento desarrollan sus tareas los talleres de la escuela de danzas El Lucero y el grupo de teatro vocacional Sueños del Alma, que llegó a actuar en la porteña calle Corrientes. Además, en San Vicente se celebra cada 9 de Julio, la Fiesta de Centros Tradicionalistas, declarada de interés provincial. En la misma plaza se instaló, tras un acalorado debate, la estación terminal de ómnibus, también integrada a la parquización y funcional a todos los habitantes.


El Club Atlético Brown es una institución que alcanzó trascendencia nacional por su nivel en disciplinas como el básquetbol y el rugby, y además se destaca por la organización anual de un bingo que convoca a participantes de todo el país. Cada febrero, unas 100 mil personas se reúnen en el parque de la entidad para compartir shows de alto nivel y participar de sorteos que incluyen camiones, automóviles, lanchas y departamentos.



Economía. San Vicente tiene una rica historia de trabajo relacionada con la industria y el agro. Allí funcionó la primera fábrica de cosechadoras de Sudamérica, actividad que determinó su evolución económica.


En 1920 nació la fábrica Senor, en actividad durante 66 años y siete años después se fundó la fábrica Bernardín, que permanece en actividad bajo la firma Agro Industrial San Vicente y ocupa actualmente a 170 empleados.


En esta localidad existe un centenar de contratistas rurales. Máquinas y equipos de trilla sanvicentinos surcan las rutas del país en cada cosecha. Estas particularidades hacen que cada año la localidad celebre la Fiesta de la Cosechadora de la cual, en septiembre se desarrollará la 34ª edición con una exposición comercial, industrial y de servicios a la que se agregará en esta ocasión y por primera vez una muestra ganadera.


Las figuras más populares. El periodista deportivo y conductor Alejandro Fantino nació en San Vicente el 26 de septiembre de 1971. A los 13 años dejó el pueblo para estudiar en Santa Fe. Luego se trasladó a Mendoza y Misiones pero finalmente se afincó en Buenos Aires.


Su habilidad para el relato deportivo lo llevó, casi casualmente, a trabajar en radio Mitre como relator oficial de la emisora. Luego condujo programas de TV por cable y en 2007 fue distinguido con el Martín Fierro.


Leandro Depetris es otro personaje destacado. El futbolista fue convocado a los 11 años a jugar en el Milan de Italia. Luego pasó al Brescia y este año volvió al fútbol argentino para integrar el plantel de Independiente.



La Capital l Miércoles 27 de agosto de 2008 (fragmentos principales)

















Fallótico creó el bastón blanco


Una invención que recorrió el mundo. En esta localidad vivió desde los ocho y hasta los 19 años, José Mario Fallótico, quien en la década del 30 y durante su permanencia en Buenos Aires inventó el bastón blanco para ciegos. Una sencilla pero trascendental idea que se anota dentro del compendio de las grandes creaciones argentinas.


En la tarde del 22 de junio de 1931, Fallótico se disponía a cruzar la avenida Rivadavia en su intersección con Medrano en la Capital Federal, cuando advirtió que un hombre permanecía desconcertado en el centro de la calle más larga del mundo. Impedido por su ceguera no se atrevía a terminar de cruzar, pero tampoco a retornar hacia la acera que había dejado atrás hacía diez minutos.


Fallótico ayudó al no vidente, Miguel Fidel, a trasponer la avenida y le pidió sus datos. “Déjeme su dirección. Mañana recibirá algo que, en lo sucesivo, le evitará estos plantones en la calle”, le dijo. Había nacido la idea de pintar un bastón y convertirlo en un objeto que individualice instantáneamente al ciego. Al día siguiente, Fidel recibió el primer bastón blanco y por la tarde, Fallótico llevó la idea de popularizar el invento al entonces director de la Biblioteca Argentina para Ciegos, Agustín Rebuffo.


Posteriormente, numerosos visitantes llevarían la idea a otros países y esta se popularizaría a nivel mundial. Entre sus promotores figura el tenor y médico patólogo mexicano Alfonso Ortiz Tirado, quien volvió con la idea a su país, donde impuso a las autoridades sobre la novedad argentina y pidió que se estableciera su obligatoriedad.