Estanislao López y el federalismo del litoral
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N.° 1


Acuerdo disponiendo solicitar del Gobierno de Buenos Aires Aires una declaración que explique satisfactoriamente los motivos que lo impulsan a invadir la Provincia de Santa Fe


En Santa Fe, a diez y ocho del mes de julio de mil ochocientos diez y seis anos. Su Gobernador Intendente don Mariano de Vera, habiendo convocado para este acto, a los señores del Muy Ilustrísimo Cabildo, Alcaldes de Barrio, Ministro de Hacienda, Fiscal de ella y Jefes Militares que subscriben, hizo presente: Que el motivo de esta convocación era para deliberar, con el acierto que desea, acerca de las circunstancias actuales de esta provincia que se halla sitiada por el río con siete buques de guerra, procedentes del Gobierno de Buenos Aires, y por tierra con un ejército del mismo Gobierno, ahora nuevamente engrosado, cuyas miras no pueden ser otras que las de continuar la guerra civil para avasallar a esta provincia, pues aunque el general de dicho ejército, en sus comunicaciones, anunció a este Gobierno tener órdenes para no hostilizar ni introducirse dentro del territorio, pero lo contrario se ha observado, pues según los partes dados por la Comandancia de Campaña y la del pueblo del Rosario, se han hecho allí y se hacen en la actualidad, casi continuas hostilidades, lo cual también se ha experimentado en el partido del Rincón, por los buques armados; a más de que por muchas cartas de particulares, escritas desde Buenos Aires, se viene en claro conocimiento de que el proyecto no es otro sino el de pretender la nueva subyugación de este pueblo, anunciándose en dichas cartas, con tal certidumbre, que no dejan lugar a duda. Que es bien notorio cómo esta provincia nada otra cosa ha pretendido desde que recuperó su libertad, sino el sostener su independencia, (aprobada en los impresos públicos por el mismo Gobierno de Buenos Aires), ofreciendo últimamente enviar su diputado al Soberano Congreso, con la sola circunstancia de que al mismo tiempo fueran invitadas para lo mismo los pueblos del Oriente, o su Jefe, puesto que en la época presente se hace más necesario que en todo el tiempo anterior la reunión general de todas las provincias para rebatir las fuerzas enemigas exteriores, que amenazan nada menos que la subyugación de todas ellas, con cuyos conocimientos, que, como emanados de hechos y demostraciones constantes no pueden ocultarse al Gobierno de Buenos Aires, se hace muy extraña la conducta hostil que se experimenta, con un atraso en grave momento para la causa común.


En su inteligencia, exhortó el dicho Señor Gobernador a los concurrentes, para que, haciéndose cargo de la importancia de este asunto, le manifestasen su deliberación. Y, precedida controversia, resolvieron unánimes: que no pudiendo discurrirse que el Gobierno de Buenos Aires, tome unas medidas abiertamente opuestas a la causa general, ni menos que sus pretensiones sean las de sujetar violentamente a su dominio los pueblos de nuestro continente pues lo contrario se estampa en sus manifiestos públicos, debe atribuirse la guerra con que hostiliza a esta provincia, a otros principios equívocos que no se descubren. Por lo mismo son de parecer que, antes de envolvernos en nuevas desavenencias, que acabarán de formar la común desgracia, se solicite del Gobierno de Buenos Aires, una declaración de las verdaderas causales que dirigen sus operaciones adversas, lo cual podrá hacerse con inclusión de esta acta, para que no quede duda de las sanas intenciones de este pueblo, y que sus miras no son otras que el prodigar, como todos los demás, sus esfuerzos para el general beneficio, cuyas ideas se hallan interceptadas por la guerra civil, que sostiene en su propia defensa. Y que respecto a hallarse accidentalmente en esta ciudad, el Sr. Diputado al Congreso Nacional, don Miguel del Corro, se le imparta aviso con copia auténtica de esta determinación, para que se sirva elevarla a la Soberanía para su suprema inteligencia, impartiéndose iguales avisos al Jefe de los Orientales, a los generales del ejército de Buenos Aires, y Gobernador de Córdoba, todo con el objeto de procurar la tranquilidad, manteniéndose entre tanto esta provincia en su defensa, respecto a hallarse invadida según queda dicho. Con lo cual se firmó esta acta, que firmaron los concurrentes.


Mariano de Vera — Gabriel de Lassaga — Manuel Francisco Maciel — Ramón Cabal — José Elías Galisteo — Pedro Aldao — José Vicente Roldan — Manuel Alzugaray — Ramón Benítez — Estanislao López — Marcos Antonio Anzina — Pedro Basaga — Antonio Esquivel — Francisco Javier Paez.


(Leyes y decreto de la Provincia de Santa Fe. Tomo I. Página 37).




N.° 2


Instrucciones acordadas por el Congreso de Tucumán en 1816, para el desempeño de sus comisionados ante el General Lecor, Jefe de las fuerzas portuguesas invasoras del Uruguay


Sesión secreta del 4 de Septiembre de 1816.


Reunidos los Señores D. D. del Congreso en la sala de sesiones a las nueve y media de la mañana de éste día, con asistencia de los que se anotan al margen, hecha señal por el Sr. Presidente y discutidos en primera hora los particulares, que consta de la Acta pública de este mismo día en el libro respectivo, mandada despejar la barra se procedió a la lectura del proyecto de Instrucción tirado por la Comisión encargada de su formación, que lo había presentado días ha y no había podido examinarse hasta el presente. Tomado en consideración su contenido con el detenimiento y circunspección que demandaba la naturaleza del más importante quizá de todos los asuntos que podía ofrecerse a la representación soberana de los Pueblos de Sud América, y acordadas previamente a unanimidad dos adiciones, exprimió cada uno de los Señores Diputados su dictamen acerca de los artículos restantes de dicho proyecto de Instrucciones por medio de una votación, cuyo resultado final fue que quedaban sancionadas en todas sus partes, y en los mismos términos que estaban concebidas, con las adiciones indicadas, y con la calidad de sin perjuicio de añadir en lo sucesivo otros artículos que se consideren necesarios, como también de reformar o revocar alguna cláusula, o cláusulas según la exigencia de las circunstancias, todo lo que fue resuelto por una mayoría de veintidós votos conformes de toda conformidad. Y el tenor de dichas instrucciones es como sigue:


Reservadas. Con el interesante objeto de instruirse a fondo de las miras políticas del gobierno del Brasil, para de este modo asegurar el mejor éxito de su misión, deberá el enviado ponerse en comunicación con don Nicolás Herrera, luego que lo verifique le manifestará su autorización para tratar con el general en Jefe de la expedición portuguesa, el Teniente General don Federico Lecor, obrando con la franqueza que exige la importancia de un negocio en que debe presidir la buena fe animada del interés por la paz y felicidad de estos pueblos. La base principal de toda negociación será la libertad e independencia de las provincias representadas en el congreso, 84 que éste ha publicado solemnemente y aquellas han jurado defender a toda costa.


Bajo de éste principio, del que, al cabo de más de seis anos de revolución y sacrificios será absolutamente imposible separar a los pueblos, procurará el comisionado tomar de don Nidias Herrera, los más luminosos conocimientos sobre cuanto conduzca al objeto de su comisión y principalmente para entrar a hablar y tratar con el general Lecor, y le exigirá a aquel las transacciones celebradas por García, con el Gobierno del Brasil, las que remitirá por conducto seguro al Supremo Director del Estado, con toda la posible rapidez y con una exposición de las observaciones que hubiere hecho relativas a su espíritu, conveniencia o disconveniencia; y si no se las franquease porque acaso no estén en su poder, le exigirá la noticia o idea que tenga de ellas y la trasmitirá al expresado Supremo Director con la exposición indicada.


Tanto a Herrera como al general Lecor, luego que entable su comunicación procurará orientarles del verdadero estado de estos pueblos desimpresionándolos de las ideas exageradas que acaso habrán formado del desorden en que nos suponen haciéndoles ver que después de la instalación del Congreso, nombramiento de Supremo Director, organización de los ejércitos con oficiales de honor y otras diferentes reformas, ha acallado casi del todo la anarquía pues los pueblos en general, sus jefes y particularmente los generales de los ejércitos, están penetrados de la más profunda obediencia y sumisión a la soberanía y que si en algunas partes se siente unos u otros leves desórdenes, son como las últimas llamas de un incendio que acaba de apagarse, que tan lejos de presentar el menor peligro, conducen a que sea totalmente extinguido.


Les manifestará el grado de respetabilidad en que se hallan nuestros ejércitos, los esfuerzos de las provincias por aumentarlos diariamente, dirigidos por el soberano congreso, las fundadas esperanzas de progresar en Chile, cuyo pueblo entusiasmado y lleno de desesperación contra el enemigo que lo oprime, espera con ansias nuestro ejército, superior al de Lima en subordinación y disciplina, y nada inferior en número, que debe emprender pronto la recuperación de aquel territorio y que no son menores las de arrojar del Alto Perú, las legiones que lo ocupan pues padecen una continua disminución por la constante guerra de recursos que le hacen los naturales ayudados de diferentes divisiones del ejército, que comandadas por oficiales de crédito, y prácticos del terreno le llaman la atención por todas partes, le dan continuos golpes de sorpresa, y le impiden penetrar estos países a pesar de las desgracias de Vilcapugio, Ayohuma y Sipe-Sipe: resultando de todo ello que el ejército de Santa Cruz y demás divisiones indicadas toman un incremento tan notable que acaso ellas solas bastarán para acabar con el enemigo,, u obligarlo a desistir del empeño de sostenerse en el Perú.


Les hará ver que los pueblos recelosos de las miras que podrá tener el Gabinete Portugués sobre esta Banda, se agitan demasiado y esta agitación les hace expresar el deseo de auxiliar al general Artigas, por cuya razón el gobierno de estas provincias querría pruebas de la sinceridad y buenos sentimientos de aquel gabinete, capaces de aquietar los recelos de sus habitantes, pues sólo con el objeto de tranquilizarlos, ha enviado un oficial parlamentario que solicite del general Lecor, el de su expedición militar sobre este río y territorio de la Banda Oriental, no obstante las indicaciones con que se haya el congreso de las disposiciones amigables de S. M. F. (Su majestad fidelísima) .


Con este motivo, les hará entender que si el objeto del Gabinete Portugués es solamente reducir a orden la Banda Oriental, de ninguna manera podrá apoderarse del Entre Ríos, por ser este territorio perteneciente a la provincia de Buenos Aires, que hasta ahora no lo ha renunciado el Gobierno, ni cedido a aquella Banda.


También les expondrá la grande aceptación del Congreso entre las provincias y la confianza de éstas en sus deliberaciones; y que a pesar de la exaltación de ideas democráticas que se ha experimentado en toda la revolución, el Congreso, la parte sana e ilustrada de los pueblos, y aún el común de éstos están dispuestos a un sistema monárquico constitucional moderado bajo las bases de la constitución inglesa, acomodados al estado y circunstancias de estos pueblos de un modo que asegure la tranquilidad y orden interior y estreche sus relaciones e intereses con los del Brasil, hasta el punto de identificarlos en la mejor forma posible.


Procurará persuadirles el interés y conveniencia que de estas ideas resulta al Gabinete del Brasil en declararse protector de la libertad e independencia de estas provincias, restableciendo la casa de los Incas y enlazándola con la de Braganza sobre el principio por una parte de que unidos ambos estados se aumentará sobre manera el peso de este continente hasta poder contrabalancear al del viejo mundo y cortar los lazos que detendrán los pasos de su política y le embarazarán la marcha natural a sus altos destinos; que por otra parte presentarán a su subyugación obstáculos dificilísimos e insuperables la obstinada resolución de estos pueblos de no existir sino en clase de una Nación: las grandes distancias casi desiertas en que están colocadas las ciudades que imposibilitan la traslación de ejércitos de unas a otras; la proporción exclusiva para hacer a todo enemigo la guerra de recursos, guerra que habiendo arruinado los ejércitos del país y contenido las marchas del que ocupa el Perú, sin embargo del particular conocimiento del terreno, a la larga concluiría con los ejércitos extranjeros por grande que fuesen sus fuerzas; la antipatía que por ahora existe entre los habitantes de estas provincias y las del Brasil, producida generalmente entre los países limítrofes de diferentes estados e idioma, y fomentada entre nosotros por los españoles, y la diversidad de carácter, costumbres, habitudes e ideas derivadas de las diversas leyes que nos han gobernado desde la conquista, y de la revolución que han experimentado estos pueblos.


Si después de los más poderosos esfuerzos que deberá hacer el comisionado para recabar la anterior proposición, fuese rechazada, propondrá la coronación de un Infante del Brasil, en estas Provincias o la de otro cualquier Infante extrajera, con tal que no sea de España, para que enlazándose con alguna de las Infantas del Brasil, gobierne este País, bajo de una constitución que deberá presentar el congreso. En caso de aceptarse por parte del Gobierno Portugués cualquiera de las proposiciones que se hacen, exigirá el enviado que él tome a su cargo el allanar las dificultades que presenta la España.


Si ninguna de las proposiciones anteriores fuese admitida, tratará el comisionado de hacerles ver con las razones ya apuntadas en esta instrucción, la imposibilidad de que estos pueblos entren por otro Partido (esforzándolas y agregando las demás que le ocurran) y los males que se causará el mismo Gobierno del Brasil, por un empeño que no le hará jamás honor ante el Tribunal de la Justicia y a presencia de las naciones civilizadas, y que le atraerá el odio y la execración eterna de estos Pueblos y demás del continente y de todo dará cuenta al Soberano Congreso por conducto del Supremo Director del Estado.


Si durante el curso de estas negociaciones fuese acaso reconvenido por algunos auxilios que el Gobierno de estas provincias hubiese dado al General Artigas, satisfará manifestando que él no ha podido prescindir de este paso por no haber tenido hasta ahora del Gabinete Portugués, una garantía pública que asegure a este territorio de sus miras justas, pacíficas y desinteresadas, pues de lo contrario se expondría a excitar la desconfianza de los pueblos y que entrando estos en una convulsión general, se frustrasen los objetos de ambos gobiernos, dirigidos seguramente a poner en paz estas provincias y fijar las bases de su eterna felicidad, estrechando las relaciones de uno y otro Estado e identificando sus intereses del modo más conforme a sus circunstancias.


En orden a los demás particulares que incidan en esta negociación y no estén expresados en estas instrucciones se arreglará el comisionado a los principios y espíritu de ellas y demás conocimientos que se le han suministrado, obrando con toda la prudencia y circunspección, que exige la importancia y delicadeza del negocio, y teniendo muy presente que cualquier punto relativo a esta comisión en que llegaren a convenir, no podrá tener efecto hasta la deliberación del congreso, en cuya virtud deberá elevar por conducto del Supremo Director, a la Soberanía, cualquier tratado o convenio para su sanción. Tucumán, septiembre 4 de 1816.


Reservadísimas. Debiendo el comisionado obrar con todos los conocimientos que sean conducentes al objeto de su comisión tendrá muy presente las comunicaciones, así de oficio como confidenciales, hechas por García a los Ex-Directores Alvarez y Balcarce y las de éstos a aquel sobre relaciones del Gobierno de estas Provincias con el del Brasil, de las que se les franquearán copias íntegras por el nuevo Director.


No obstante la franqueza que debe manifestar el comisionado a Herrera, procurará con toda prudencia, circunspección y sigilo, orientarse por personas que puedan instruirle, o del modo que crea más conveniente, de la conducta pública de Herrera y García en el Brasil y de las intenciones y sentimientos que les hubieran traslucido con respecto a dicha Corte y a la de España y dará noticia de ellas al Congreso por conducto del Supremo Director exponiendo los fundamentos de la opinión que forme en este particular. Por lo mismo mientras no se halle completamente cerciorado de los sentimientos y buena fe de Herrera, no usará con él de más franqueza que la que considere muy necesaria.


Procurará indagar con toda cautela si hay algunos tratados y convenciones entre los Gabinetes del Brasil, España e Inglaterra para la subyugación de las Américas o de este territorio o para algún otro intento, o cuales son las miras de estos gobiernos, y de todo dará cuenta al Soberano Congreso por el conducto indicado.


Si se le exigiere al comisionado que estas provincias se incorporen a las del Brasil, se opondrá abiertamente manifestando que sus instrucciones no se extienden a este caso y exponiendo cuantas razones se presenten para demostrar la imposibilidad de esta idea y los males que ello produciría al Brasil. Pero si después de apurados todos los resortes de la política y del convencimiento, insistieran en el empeño, les indicará (como una cosa que sale de él y que es lo más a que tal vez podrán prestarse estas Provincias) que formando un estado distinto del Brasil, reconocerán por su monarca al de aquel mientras mantenga su Corte en este continente, pero bajo una constitución que le presentará el Congreso; y en apoyo de esta idea, esforzará las razones que se han apuntado en las instrucciones que se le dan por separado de estas y demás que puedan tenerse en consideración. Más cualquiera que sea el resultado de esta discusión lo comunicará inmediatamente al Congreso por conducto del Supremo Director.


Desde que el comisionado se ponga en comunicación con don Nicolás Herrera, tratará con toda reserva de imponerse de la fuerza portuguesa y de la del General Artigas, observará los movimientos y progresos de uno y otro y según lo que deduzca de sus observaciones, verá si conviene acelerar las negociaciones, o retardarlas, ínterin estas provincias aumentan su fuerza y mejoran su situación logrando ventajas por el Perú o Chile, más si las armas portuguesas progresasen notablemente, procurará concluir los tratados, o restableciéndose la casa del Inca enlazada con la de Braganza, o coronándose en estas Provincias un Infante de Portugal u otro extranjero que no sea de España, según y con las calidades prevenidas en las instrucciones separadas que se le han dado con esta fecha.


Si observare que el General Lecor, trata de entretener el tiempo con ambigüedades, buenas palabras, o proposiciones inadmisibles hasta lograr ventajas sobre los orientales y ponerse en actitud de dictarnos la Ley, dará cuenta inmediatamente al Congreso por el conducto expresado y aviso a García, para que obre con estos conocimientos cerca del Gabinete del Brasil. últimamente, porque puede suceder que el comisionado se vea en la necesidad de hacer algunas comunicaciones reservadísimas que no debiesen exponerse a los peligros comunes, se le previene que use en tal caso de la clave que le dará el Supremo Director del Estado. Tucumán, 4 de septiembre de 1816.


En la votación hecha sobre la aprobación o reforma de las Instrucciones preinsertas, salvaron sus votos (que se transcriben en los mismos términos en que los dictaron) los siguientes señores: Primeramente el Sr. Acevedo, que sufragó por la aprobación de las Instrucciones, excepto sólo cualquier expresión que aluda a dominación de Príncipe Extranjero, que no derive su derecho por sí o por su mujer, de los Incas. Segundo el Sr. Godoy, que aprobándolas igualmente, dijo lo hacía con la modificación que la primera proposición que deba hacer el enviado sea forzosamente sobre el principio de que la forma de Gobierno más estimada por los Pueblos y por la cual tienen opinión de decidirse, es la republicana. Tercero: el Sr. Oro, el que sin desaprobarlas tampoco, exigió se agregue al artículo en que se indica disposición en los Pueblos a constituirse bajo un sistema Monárquico, la precisa condición de que esto podrá hacerlo cuando el País esté en perfecta seguridad y tranquilidad. Que se omita la exclusiva expresa de los Infantes de España, y que no se cerciore al comisionado de estar el Congreso en persuasión perfecta de las miras amigables del Gobierno Portugués. Cuarto: el Se. Pacheco, cuyo sufragio conforme a los demás en lo restante, defirió añadiendo la calidad que solo en el caso de que el Soberano Congreso instruya al enviado la incapacidad de poder oponerse a las fuerzas Portuguesas, pueda admitir una dominación extranjera. Quinto: el Sr. Lona, que las aprobó del mismo modo con la calidad de que no proponga el enviado que el Rey de Portugal, pueda ser admitido en estas Provincias, sin expreso mandato del Congreso. Sexto: el Sr. Salguero, quien dijo que las aprobaba también excepto el artículo séptimo que habla de la Provincia de Entre Ríos, debiendo el Comisionado usar de las Instrucciones por el orden en que están concebidas, sin perjuicio de cualquier adición o reforma que pueda hacerse.


Concluida y calificada la votación, expuso el Sr. Bustamante, que en ninguna de las cláusulas de las Instrucciones se dice venga a dominar el País, cualquier príncipe Extranjero y que bajo de este concepto era que había votado aprobándolas, cuya exposición pidió se sentase en el Acta: lo mismo fue pedido por todos los demás señores que prestaron igual sufragio, reproduciendo la propia exposición.


Con el objeto de expedir lo más pronto posible este arduo negocio, se convino proceder al nombramiento de los Enviados, y clasificado éste como asunto de segundo orden, en una votación, por una mayoría competente, resultaron en la principal, a que se pasó inmediatamente, nombrados para tales Enviados cerca del General de la Expedición Portuguesa, el Coronel Mayor don Florencio Terrada y D. Miguel Irigoyen, aquel para enviado con carácter público por diez y nueve votos y el segundo para enviado con carácter privado por veinte. Con lo que, y acordado a unanimidad que los Señores de la Comisión de Instrucciones extiendan las notas oficiales al Director en razón de este asunto, presentándolas concluidas que fueren al Congreso para su examen y sanción, como igualmente que a fin de calmar las alarmas que parecían asomar, de que se estaba en negociación con el Brasil, o precaverlas antes que nacieran, se publique en el Redactor el envío de una Diputación a pedir explicaciones de la conducta al parecer hostil de aquella Potencia, terminó la sesión. D. Pedro Carrasco — Presidente — Pedro León Gallo — Vice-Presidente — Juan José Passo — Diputado secretario.


(Actas secretas del Congreso General Constituyente de las Provincias Unidas del Río de la Plata, 1816-1819, publicadas por primera vez, en reimpresión facsimilar, por la Junta de Historia y Numismática Americana. Buenos Aires 1926. Guillermo Kraft, impresor).



N.° 3


Exposición de los obsequios hechos en Santa Fe, a los Sres, Diputados del Exmo. Cabildo representante de la Provincia de Montevideo


El cinco del actual (Marzo 1823), a las 4 de la tarde llegó la Diputación del Cabildo Representante al paso de Santo Tomé, acompañada casualmente del Sr. Doctor Don Juan Francisco Seguí, Secretario de este Gobierno. A poco rato de su arribo se dejaron ver cuatro coches con una lucida comitiva, y escolta de cincuenta hombres a caballo; aquellos conducían a los señores del Cabildo, vestidos de toda etiqueta, al gobernador Sustituto y al cura Párroco, acompañados de varios miembros de la H. Junta de Representantes, el Ministro de Hacienda, y muchos de los más respetables vecinos del pueblo. Al apearse los señores de los coches, la escolta hizo una descarga y en seguida se oyó una salva general de artillería en la ciudad. Después de los saludos de estilo, fueron instados los Sres. Diputados a subir en los coches de los referidos Capitulares, quienes los condujeron a las casas Consistoriales; por las calles seguía a los coches un numeroso pueblo con vivas y aclamaciones y varias damas les arrojaron flores a la entrada en el Cabildo. La música y la artillería que había sido conducida a la plaza hizo otro saludo. Conducidos a la Sala principal, se les sirvió un magnífico refresco que al efecto estaba preparado, y concluido éste, el Ministro de Gobierno Dr. Seguí, dio una breve cuenta de la comisión de que regresaba, y en seguida expuso que el objeto que traían los Sres. Diputados del Cabildo Representante de Montevideo, en su viaje a ésta, era pedir auxilios para librar la Provincia Oriental del extranjero invasor y que aunque él se hallaba revestido de facultades bastantes para haber tratado con los Sres. Diputados en Buenos Aires, no lo había querido hacer sin saber la opinión de su pueblo; que él, como agente público y como particular, era de dictamen que no se perdonasen sacrificios ningunos, en una causa tan honrosa como justa, sobre cuya explicación se extendió mucho haciendo una elocuente arenga, y concluida, el Sr. Diputado don Domingo Cullen dio gracias al Sr. Gobernador, a la Junta de Representantes, al Cabildo y demás corporaciones y más particularmente al Ministro que acababa de hablar y a todo el pueblo por las honrosas distinciones que habían merecido. Hizo una sucinta relación de los desastres que ha sufrido y sufre la Banda Oriental, por un tirano y pidió al grande e inmortal Pueblo de Santa Fe, prestase sus votos para con el Gobernador de su Provincia, en favor de la sagrada causa de los Orientales, y concluida, se retiraron los Sres. Diputados a su casa con el mismo acompañamiento, haciendo la artillería tercera salva. En esa noche recibieron algunas visitas y músicas y el Cabildo fue iluminado.


La misma noche llegó el Sr. Gobernador propietario, (Gral. López) que se hallaba ausente, y distinguió también a los Diputados con la urbanidad propia de su carácter. El siete recibió Su señoría los diplomas de los Diputados, e impuesto de sus solicitudes, hizo reunir el ocho en las Casas Consistoriales al Sr. Gobernador Sustituto, Honorable Junta de Representantes, Ilustre Cabildo, todas las Corporaciones, y lo más selecto del pueblo, con asistencia de los Sres. Diputados. El Sr. Ministro de Gobierno Dr. Seguí, abrió la sesión, diciendo que el Gobierno había dispuesto aquel acto, para que el pueblo diese su opinión respecto a los auxilios que pedía Montevideo, para arrojar a los Portuguesas de aquel país. Los Señores Diputados expusieron el estado en que se hallaba la Banda Oriental, cuánto han sufrido sus vecinos de sus opresores, las aspiraciones de éstos, su carácter, estado y fuerza, la opinión general de la Provincia, y últimamente la resolución firme del Cabildo Representante de Montevideo, y de todos los habitantes de la Banda Oriental, de arrojar a los extranjeros con las armas o morir todos en la lid. En seguida el Dr. Seguí, hizo una enérgica arenga en que manifestó la urgente necesidad de prestar auxilios a los Orientales, con tantas reflexiones, que hacen difícil poder trazar tan brillante oración, demostrando en ella este buen amigo del Pueblo Oriental, cuan justa era su causa, y honroso el protegerla. Seguidamente continuaron expresando sus opiniones los señores de la Junta y todos unánimemente convinieron en que se auxiliase con cuanto estuviese al alcance de Santa Fe. El Sr. Gobernador Sustituto dijo: que sentía en este caso no tener más que su vida que ofrecer, pero que estaba pronto a sacrificarla en obsequio de la Banda Oriental, y hubo personas tan exaltadas, que después de haber ofrecido sus personas y bienes, ofrecieron también sus familias, si se las considerase útiles en el ejército libertador. El Sr. Diputado Cullen, concluyó este heroico acto, dando a nombre de la Diputación, las más expresivas gracias a tan ilustres ciudadanos, por los nobles sentimientos de patriotismo que manifestaban en favor de la Provincia Oriental, sobre lo que hizo una arenga que concluyó diciendo: "Los Diputados, al ver vuestra noble decisión, creen ya ver libertada la Provincia de Montevideo. Señores ciudadanos respetables: Se aproxima el día venturoso en que enlazadas las manos del pueblo Oriental con las del de Santa Fe, nuestro libertador, marchen unidos al templo de la Inmortalidad".


Muchos vivas y expresiones de entusiasmo en favor de Montevideo, dieron fin a este acto de patriotismo y generosidad. En la noche de este día y del siguiente fue iluminado el Cabildo y los Sres. Diputados acompañados de algunos del pueblo dieron música.


(Revista Histórica de Montevideo. 1913. Tomo V. Autógrafo en el Archivo y Museo histórico de la misma ciudad).



N.° 4


El Gobierno de Buenos Aires, obsequia con una espada al General López, por su intervención en los tratados que terminaron con la guerra civil.


Buenos Aires, 12 de febrero de 1822.


Al Sr. General don Estanislao López, Gobernador de Santa Fe.


El Gobierno de Buenos Aires, haciendo en esta ocasión las funciones de la Municipalidad extinguida, tiene el honor de dirigirse al Sr. Gobernador de Santa Fe, presentándole en nombre de la Provincia que manda, el sable que aquella corporación la había acordado en memoria de la paz firme y amistad estrecha, estipulada por los tratados de Noviembre.


El Gobierno de Buenos Aires, recordando con este motivo el principio del orden, y de la felicidad, que en su virtud ambas provincias disfrutan, se siente altamente complacido en poder felicitar al Sr. Gobernador de Santa Fe, por la principal parte que tuvo en él y de felicitarse a sí mismo, por la cooperación a un objeto tan benéfico e importante.


Con esta oportunidad tan agradable, el Gobierno de Buenos Aires, saluda cordialmente al Sr. Gobernador de Santa Fe.


Bernardino Rivadavia. —Martín Rodríguez.



N.° 5


Oficio del Sr. Gobernador de Santa Fe, al de Entre Ríos, don Lucio Mansilla, a propósito de la política seguida con el general Lecor, Barón de la Laguna, posesionado de la Provincia Oriental del Uruguay a nombre del Emperador del Brasil


Quedo orientado de la solicitud del Barón y de la explicación consiguiente, que considero oportuna y decente para salvar los peligros de una invasión en su territorio. Ella es conforme a la fina política con que ha debido expedirse en la presente ocurrencia, no menos que ajustada a la verdad, la inteligencia adoptada, que detalla los artículos del Cuadrilátero, de los que hasta hoy se desentendió el político Ministro de Buenos Aires, intentando aplicar a la guerra extranjera los mismos principios que se adoptan para las intestinas, queriendo recabar la mayoría de votos mediante diputados, como se explica oficialmente, cuando ya se ha presentado el voto uniforme con anticipación, y la guerra está decretada según V. E. justamente lo observa, en cuya solidez de principios estamos muy conformes.


En cumplimiento de ellos nos hemos combinado: el orbe civilizado hará honor a nuestra decisión, con desdoro de los que lo empeñaron en solemnes convenciones para eludir su desempeño, con pretextos estudiados, reflexiones menos convincentes y argumentos débiles que se tuvieron muy presentes en las discusiones que precedieron a la sanción de los artículos; siendo reparables los sentimientos liberales del Gobierno de Buenos Aires en obsequio de la España, hasta empeñarse en negociarle veinte millones para libertarla de la usurpación de sus derechos promovida por el Francés, y demás príncipes absolutos, cuando se desentiende de la practicada por el intruso emperador del Brasil, negando auxilios a la Provincia hermana, Oriental. En el mismo tiempo se le advierte menos celosa en impedir se le proporcionen al enemigo, por agentes bien conocidos, ingentes sumas para el logro de sus proyectos y que remache las cadenas con que intenta conservar su violento estado Cisplatino.


Mejor es buen nombre que muchas riquezas. Abrazamos los dignos sentimientos de la patria desde su regeneración política; ella reclama permanencia y energía hasta elevarla al respetable rango de una Nación temible y poderosa. No son los caminos de la intriga y de la degradación los que debemos trillar para labrar su engrandecimiento, sino los de la dignidad, honor y buena fe. No hay que contrariar los principios por intereses privados que están de manifiesto al menos calculista. Desaparezcan los tiranos, o muramos con la gloria de haberlos perseguido, sellando el patriotismo de nuestros votos con la sangre que más de una vez ofrecimos ante sus aras.


En consecuencia activo mis medidas para la celeridad en la marcha de mis tropas. Hoy llegó el oficial Señor Manuel Lavalleja, quien deja en camino a un nuevo diputado que conduce auxilios pecuniarios, para que ambos con ellos ocurramos a las necesidades que nos rodean y se faciliten nuestros recíprocos deseos. Tengo el honor de multiplicarle las mejores consideraciones de amistad, acreditándolo especialmente con la activa cooperación de las tropas que dirijo.


Estanislao López


Santa Fe, septiembre 5 de 1823.



N.° 6


La Provincia de Santa Fe, en las asambleas nacionales y en la guerra con el imperio del Brasil


(Fragmentos de un artículo aparecido en el periódico "El Federal", de Santa Fe, el 3 de Febrero de 1829)


"Dice el diarista que el Sr. López ha sido siempre opuesto a la organización nacional, e indiferente en la contienda de la República con el Imperio. El primer cargo es una solemne impostura: La Provincia de Santa Fe, se ha prestado a la celebración de cuantas reuniones nacionales han tenido lugar a efecto de organizar el país. Concurrió a la del año 10 en Buenos Aires, por medio del Sr. Tarragona: a la del año 13, en la misma ciudad, por su representante el Sr. Amenábar; nombró al Sr. Seguí, diputado a la del año 16, en Tucumán y el estado en que se hallaba la provincia frustró su viaje. Durante la administración del Sr. López, el mismo interés nacional ha dirigido su política. El Sr. Larrechea, fue diputado por Santa Fe al congreso que hubo de reunirse en Córdoba, el año 21, estuvo allí ocho meses, y regresó el último, después que el Ministro Rivadavia, retiró a los diputados de Buenos Aires, y logró dispersar a los demás antes de instalarse; medida fatal para las provincias que llevó al colmo su desesperación y las inundó en sangre. En el congreso del año 24 en Buenos Aires, fue también representada esta provincia por los Sres. Amenábar, Galisteo, Latorre y Vidal. En el Cuerpo Nacional que hoy existe aquí, están sus diputados los Sres. Galisteo y García. ¿Porqué pues dice "El Tiempo", que el Sr. López, ha sido opuesto a la organización nacional? ¿No es esto una solemne impostura? Pero lo que hay de más singular en este reproche ridículo, es que lo hagan los mismos que frustraron la reunión del año 21; los mismos que desde el año 27 claman como energúmenos contra la organización del país, los mismos que acaban de comunicar una orden ridícula también a los Sres. Echevarría y Achega, diputados por Buenos Aires, para que se retiren. 85 Los tratados solemnes entre aquella provincia y otras, y sus notorios compromisos con todas, no les han inspirado respeto alguno, ni han tenido bastante fuerza para contenerlos en su manía de anarquizar. Mientras ellos observan esta conducta, mientras el Sr. Gobernador López, trabaja con empeño por integrar la representación nacional, ¿se atreven a imputarle que es opuesto a la organización del país? Es hasta donde pudiera llegar su imprudente descaro: pero han depuesto ya todo miramiento por la verdad, por la reputación de los individuos y de los pueblos, los que tienen la criminal audacia de atribuir a nuestro gobierno indiferencia en la contienda de la República con Brasil.


La provincia de Santa Fe, siente un noble orgullo al recordar que ha tenido una parte en las glorias de la Nación: Ella ha prestado en la última guerra cuantos servicios ha podido, más allá tal vez de lo que permitían su población y recursos. Cuando el General Rodríguez mandaba el ejército en el Uruguay, el Gobierno de Santa Fe le remitió dos compañías de ochenta plazas cada una, la segunda a las órdenes del Capitán Marcó y la primera, armada de tercerola y sable, a las de don Pedro Gómez. Para el servicio de la marina mandó después sesenta hombres y cuatro piezas de cañón de ocho con las carroñadas correspondientes. Auxilió la batería de Punta Gorda, con dos piezas de a diez y ocho-montadas en cureñas, — y entregó al Sr. Diputado Vidal, ciento tres balas del mismo calibre. Llevó a la expedición del Norte trescientos hombres y entretanto el Sr. Echagüe, Gobernador delegado, contribuyó con cincuenta marineros a la empresa naval últimamente proyectada. En fin, el Sr. López, Gobernador y Capitán General de Santa Fe, el que ha sido tan indiferente en la contienda, salió en persona a campaña: tiene la satisfacción de haber padecido bastantes penurias por la República, mientras los editores de "El Tiempo", se paseaban por Buenos Aires y se ocupaban en alentar enérgicamente al enemigo desacreditando al país y haciendo la más cruda guerra a su gobierno."


(El Federal. E pluribus unum. Santa Fe, Martes 3 de febrero de 1829. Tomo I, Nº2).



N.° 7


Nota del Ministro de Buenos Aires, comunicando la elección de Laualle como Gobernador después del fusilamiento de Dorrego, y contestación del Gobernador de Santa Fe.


Buenos Aires, diciembre 13 de 1828.


El infrascripto. Ministro Secretario General del Despacho del Gobierno Provisorio de la Provincia de Buenos Aires, tiene el honor de dirigirse al Exmo. señor Gobernador de la Provincia de Santa Fe, para poner en su conocimiento que el día 1º del corriente ha tenido lugar un cambio en la Administración de ésta, según detalladamente instruyen los documentos que en los números 1 y 2 se le acompañan. En ellos advertirá también S. E. que el señor General don Juan Lavalle fue colocado provisoriamente en el Gobierno por el voto unánime de los ciudadanos, y se halla reconocido y en posesión del mando en toda la provincia, hasta que se reúna el Cuerpo Legislativo que debe nombrar el Gobierno permanente. El infrascripto pone también en conocimiento del señor Gobernador de Santa Fe, que habiendo S. E. el señor Gobernador provisorio juzgado necesaria su presencia en la campaña, ha delegado el mando al Exmo. señor Almirante don Guillermo Brown.


El infrasccripto al trasmitirlo al señor Gobernador de la Provincia de Santa Fe, se halla autorizado para asegurarle los sentimientos que constantemente animan a la provincia de Buenos Aires y sus autoridades por la prosperidad de las demás de la Unión y por el crédito y gloria de la Nación Argentina.


El infrascripto con este motivo saluda al señor Gobernador de Santa Fe, con su consideración distinguida. — José Miguel Díaz Vélez. — Exmo. Gobernador y Capitán General de la provincia de Santa Fe.


Contestación.


Santa Fe, diciembre 30 de 1828. — El que firma. Gobernador y Capitán General de la provincia de Santa Fe, ha recibido una comunicación que, con fecha 13 del presente, le dirige el señor don José Miguel Díaz Vélez, como Ministro Secretario General del Despacho del Gobierno de la provincia de Buenos Aires, en la que le instruye del cambio que tuvo lugar en ella el día I9, del que resultó Gobernador Provisorio por el voto "unánime" de los ciudadanos, el General de los Ejércitos de la República, don Juan Lavalle, quedando después delegado el Gobierno en el Almirante de la Escuadra Nacional, D. Guillermo Brown.


Sea cual fuere la propiedad con que el señor Secretario General llama voto "unánime" de los ciudadanos de una provincia como la de Buenos Aires, a la expresión tumultuaria y discordante de los pocos que puede contener un templo: 86 A pesar de que el infrascripto reciba a cada momento datos positivos de que una gran mayoría de ella reprueba amargamente el cambio del día 1º y por más que los motivos alegados en el manifiesto del 5 aparezcan fútiles unos, calumniosamente falsos los otros, el Gobernador de Santa Fe, limitaría toda su ingerencia en este negocio a acusar recibo de la expresada comunicación; no se vería en la desagradable necesidad de contestarla con una reclamación solemne, si ese manifiesto del Gobierno Provisorio no ultrajase atrozmente su honor, si las nuevas resoluciones de los señores que lo firman y hoy mandan en Buenos Aires, no atropellasen los respetos del Pueblo que preside, y si el cambio del I' no tuviese otro carácter muy distinto del que le atribuye el señor Secretario.


Es sin duda bien singular que la nota a que se contesta, no exprese que el movimiento fue por una División del Ejército Nacional y contra el Jefe Supremo de la República en la dirección de la Guerra, Paz y Relaciones Exteriores, esto es lo que a las provincias interesaba saber, y el Gobernador de Santa Fe no ha podido mirar aquel suceso bajo otro aspecto. Así es que luego que recibió la nota del Exmo. Señor don Manuel Dorrego, en que desde las Cañuelas le instruía con fecha 2 de la sublevación de las tropas nacionales, requería su cooperación para hacerlas entrar en su deber, y le encargaba que al mismo efecto comunicase este acontecimiento a las demás provincias, el infrascripto, como Jefe de una que reconocía en S. E. la autoridad nacional, y como General de la República, no trepidó en llenar sus prevenciones. Puso desde luego a las órdenes del Gobierno General las fuerzas de que podía disponer, y circuló a los demás tan remarcable ocurrencia. En este sentido obró entonces en sostén de la autoridad legítima que los pueblos habían establecido, y en el mismo obraría hoy si un nuevo atentado no hubiese dejado acéfala a la Nación. No hay ya autoridad nacional a quien sostener de hecho; pero hay agravios enormes inferidos a la provincia de Santa Fe, agravios que su Gobernador debe reclamar de los mismos que se han colocado a la cabeza del Gobierno de Buenos Aires.


Es notorio que la primera división del Ejército Nacional, que acaba de llegar del territorio Oriental, fue la que exclusivamente ejecutó el cambio de que instruye el señor Secretario y esto es tan cierto que ni las tropas de la Guarnición de Buenos Aires, ni las milicias correspondientes a la misma que integraban aquella división, tuvieron parte en él. Sólo las tropas nacionales dieron este escándalo; sólo ellas atacaron contra las instituciones peculiares de una provincia, también contra la autoridad suprema, bajo cuyas órdenes militaban. El general y jefes que las condujeron en esta ignominiosa jornada, son altamente responsables del indigno abuso que han hecho de esta fuerza, compuesta en su mayor parte de hombres remitidos por las provincias para defender los derechos de la Nación; esos mismos derechos han sido ultrajados por la fuerza misma destinada a protegerlos y desde que los pueblos delegaron las facultades nacionales en la persona del señor Dorrego, gobernador de Buenos Aires, desde que su provincia consintió en la delegación y la hizo ella misma, desde entonces ella y las demás miraron y respetaron en la persona del gobernador de Buenos Aires al Jefe Provisorio de la República. Esta sólo desde entonces pudo despojarlo de la autoridad nacional. Destituyéndolo el general Lavalle, fusilándolo y colocándose en la silla que ocupaba, ha hollado los respetos de las provincias todas. La. de Santa Fe, se lo demanda: quiere ser satisfecha sobre los motivos de que haya tenido el señor general Lavalle para destituir al señor Dorrego de las facultades nacionales, insurreccionando al efecto el ejército que estaba a las órdenes del segundo; para invertir así, hasta un punto que no es fácil calcular, el orden provisorio en que la República marchaba a organizarse; para dejarla acéfala y aventurar de este modo el cumplimiento de la honrosa Convención preliminar de paz, arrancada al imperio del Brasil, durante la Administración y a esfuerzos del señor Dorrego; desea saber, sobre todo, el pueblo y gobierno de Santa Fe, la causa poderosa y urgente que tuvo el general Lavalle para hacer fusilar "de su orden" a su jefe Supremo y al de toda la República.


Espera también el Gobernador infrascripto ser instruido de la aplicación nacional que se ha dado a los ejércitos y escuadra de la República, quién los gobierna y con qué fecultades: del estado que tengan las relaciones exteriores, quién las administra y con qué autorización.


Pero el señor general Lavalle, Gobernador Provisorio de Buenos Aires, lejos de satisfacer a las provincias sobre su conducta en el día 1" y subsiguientes, se atreve a insultarlas de nuevo en su manifiesto del 5 y a calumniar también a sus jefes del modo más torpe y denigrante. La de Santa Fe se siente conmovida de los arrogantes denuestos que envuelve ese documento, y su Gobernador no sabe tolerarlos. Si el Jefe que hoy rige en Buenos Aires se hubiese limitado a imputar ilegalidad a los Gobiernos que rodean al señor Dorrego al tiempo de la destitución de la Junta Oriental, la ridiculez de ese reproche excusaría de reclamar sobre su injusticia, más él viene acompañado de otros más serios, el manifiesto parece forjado para herir a los pueblos y a los individuos. Después que fue dispersada la Legislatura de la provincia Oriental, dice que "aquella provincia quedó como las demás sometida al capricho de su Jefe". La provincia de Santa Fe en la que el Poder Legislativo y Judicial se ejercen con independencia del Ejecutivo está retratada en aquella frase, como un grupo de esclavos sumisos a la voz de su amo: ella exige satisfacción de esta infamia, desea saber los hechos que justifiquen la proposición notada, que tanto ofende el temple de su carácter, y las razones que haya tenido el gobierno de Buenos Aires para pronunciarse contra su Jefe en ese sentido hostil.


El Gobierno Provisorio de Buenos Aires lleva sus audaces insultos al extremo de atribuir a las provincias y a sus Gobiernos complicidad en el latrocinio y dilapidación del Tesoro de aquella provincia, que imputa al señor Dorrego.


Desde que este ciudadano se hizo cargo del Gobierno, dice el manifiesto, "el pueblo de Buenos Aires, que había sido siempre modelo de los otros, fue la presa de que todos se repartieran; la hacienda pública estaba destinada a enriquecer a los Gobiernos de las provincias; el Tesoro de nuestra provincia se empleaba a cada momento en comprar especies metálicas para enviar a los Gobernadores de las otras, sin que hasta hoy se haya visto el resultado de tales sacrificios". El Gobernador de Santa Fe sería indigno del pueblo que preside y de alternar entre los hombres de bien si no exigiese del de Buenos Aires una declaración tan pública y tan solemne, como es el manifiesto de las sumas con que el señor Dorrego lo ha enriquecido a costa del Tesoro de la provincia de Buenos Aires, una numeración de las cantidades metálicas que se le hayan remitido, y cuyo resultado no haya sido público.


La fuerza, señor Secretario, no da seguridad para difamar así, y el hombre de honor siempre la tiene para vengar ofensas de esta case o perecer en la demanda.


El Gobernador de Santa Fe ha recibido, es verdad, especies metálicas para aprestar y pagar el Ejército del Norte al que tuvo el honor de mandar en Jefe: 87 pero su resultado ha sido tan público como la gloriosa paz a que tanto contribuyó esa expedición. Tan público como lo es, que los últimos meses de sueldo no han sido satisfechos al contingente de su provincia, y que el infrascripto ha tenido que negociar dentro de ella un empréstito para pagar aquella deuda, que todavía gravita sobre el Tesoro Nacional.


Después que la provincia de Santa Fe ha sido envuelta en los agravios inferidos a todos por los sucesos del I" su manifestación ha sido también especialmente ofendida por la autoridad provisoria de Buenos Aires. El Gobernador infrascripto ha llegado a entender de un modo cierto que el señor Secretario General ha comunicado orden a los S.S.D.D. de Buenos Aires al Cuerpo Nacional, para que se retiren. Sean cuales fuesen las causas que hayan dictado esta resolución, ella cede en manifiesto desprecio del tratado celebrado en esta ciudad el dos de octubre del ano último, entre los Comisionados de ese y este Gobierno, y completamente ratificado por ambas autoridades. Por el artículo 5", las dos provincias están obligadas a concurrir con dos diputados a la Asamblea Nacional que se celebre en este punto o en el que la mayoría de las provincias designase. Esa Asamblea se instaló el 25 de septiembre y permanece reunida en esta ciudad. En consecuencia el Gobierno de Santa Fe espera que el de Buenos Aires se sirva revocar la orden expresada, o recabar de éste, según las formas, la rescisión del tratado, exponiendo al efecto las causas que la justifiquen. No se avanza este Gobierno a sospechar que el de Buenos Aires crea que es vilipendiar a su provincia y colocarla bajo un humillante pupilaje, el exigirle el cumplimiento de sus compromisos, los más solemnes y sagrados.


Tales son las quejas de que la provincia de Santa Fe se siente vivamente afectada hacia las autoridades de Buenos Aires; si el Jefe infracripto obrase sólo por capricho o se dejase arrastrar de los impulsos de una pasión noble, tal vez se habría arrojado a usar del último recurso; pero él espera obtener en esta formal reclamación las explicaciones y medidas que satisfagan el honor de su provincia. Si esta esperanza sale frustrada, usaría aún del medio que le suministra el artículo 6 del tratado del 25 de enero de 1822, acordado en el congreso cuadrilátero, que se celebró en esta ciudad, entre esa provincia, la de Corrientes, Entre Ríos y ésta; cree el infrascripto que ese Gobierno concurrirá con su representante. Pero si al contrario sucediese, o las conferencias no tuvieran un resultado satisfactorio, entonces el Gobierno de Santa Fe se vería forzado a sostener la dignidad de su provincia del único modo que le quedara.


El infrascripto Gobernador saluda al señor Ministro, a quien se dirige.


Estanislao López.


Al señor Ministro Secretario General del Despacho del Gobierno Provisorio de la provincia de Buenos Aires.


(Leyes y decretos de la Provincia de Santa Fe, pág. 256 y sig.)



N° 8


Nota del Gobernador López a la Convención Nacional reunida en Santa Fe, después de serle comunicado por el Presidente de este cuerpo, el fusilamiento del Gobernador Constitucional de Buenos Aires


Al señor Presidente del Augusto Cuerpo Nacional. — Santa Fe, enero 5 de 1829. — El infrascripto, Gobernador de esta Provincia, ha recibido la honorable comunicación que con fecha 23 de diciembre último le dirige el augusto Cuerpo Nacional, por conducto del señor Presidente, instruyéndole del escandaloso atentado cometido por el coronel don Juan Lavalle, en haber mandado fusilar de su orden al Exmo. Sr. don Manuel Dorrego, Gobernador propietario de Bueno» Aires, y encargado por los pueblos de los negocios generales de paz y guerra y relaciones exteriores, como igualmente de que el gobierno revolucionario de Buenos Aires, había dado orden a sus D. D. para que regresen inmediatamente a la capital de aquella Provincia: y que en consecuencia se preparaba el C. Nacional a reclamar compromisos solemnes, a proveer de Jefe a la República y a marchar en todo sentido según lo demanda el estado que hoy tiene.


Aquel horrendo atentado ha alarmado justamente las ciudades de la Augusta Corporación, ya porque no la ley, sino la pura criminal orden de un coronel ha llevado al patíbulo al señor Dorrego, investido del gobierno de su Provincia y del general de la República, como muy particularmente porque dicho movimiento tiene tendencias graves, según el carácter e ideas que lo han promovido que pueden ser funestas a toda la República. En consecuencia a juicio del Gobierno que suscribe, son fundadas las medidas que usted intenta tomar, pero habiendo el mismo Gobernador en consorcio con el de Entre Ríos, oficiado eficazmente al de Córdoba y demás puntos cuyos diputados aún no se han incorporado a los Representantes, para que lo verifiquen a la mayor brevedad posible, a fin de aumentar la fuerza moral que tan imperiosamente lo exigen las circunstancias del país, al que suscribe parece, que las elecciones de Jefe del Estado pudieran demorarse hasta la incorporación de dichos D. D. o al menos hasta recibir las respectivas contestaciones que no se harán tardar, de todo lo que noticiará oportunamente al Cuerpo Nacional. Quiera el señor Presidente trasmitir a la Augusta Corporación las observaciones del que firma y admita la respetuosa consideración con que le saluda.


Estanislao López


Pedro de Larrechea


Secretario


(Leyes y decretos citados, pág. 264).



N.° 9


Soberanía Nacional. — La Convención Nacional, reunida en Santa Fe con el objeto de organizar la República bajo el régimen federal, reasume la soberanía delegada en el Gobierno de Buenos Aires


Santa Fe, 20 de febrero de 1829. — Con esta fecha ha sancionado la Sala la siguiente Ley:


Artículo 1º — La representación de las Provincias Unidas existente en Santa Fe, inviste la autoridad soberana de la República en los asuntos generales.


Art. 2º — La Representación Nacional tomará las medidas gubernativas que considere indispensables, hasta que establezca el Poder Ejecutivo de la Nación.


Art. 3º — Se encarga al Exmo. Señor Gobernador de la Provincia de Santa Fe que comunique esta Ley a los señores Ministros de las potencias extranjeras cerca de la República.


Art. 4° — Comuníquese a los Exmos. Señores Gobernadores de las provincias y publíquese.


Y en cumplimiento la transmite a V. E. el infrascripto Vice Presidente, saludándole con la debida consideración.


Dr. Manuel Vicente De Mena


José Francisco Benítez


Secretario



Exmo. Señor Gobernador y Capitán General de esta Provincia.



N. º 10


Nuera declaración de la Convención Nacional


Santa Fe, febrero 21 de 1829. — Le Representación Nacional en sesión de ayer, ha sancionado la siguiente ley:


Art. 1º — La dirección de la Guerra, Paz y Relaciones Exteriores estaba encargada por la Nación especialmente a la persona de Exmo. Señor don Manuel Dorrego.


Art. 2º — En consecuencia, el Gobierno actual de Buenos Aires, no tiene carácter alguno nacional.


Art. 3º — La Representación Nacional existente en Santa Fe, es el único Poder Nacional que hoy, tiene la República.


Art. 4º —- La Representación Nacional declara que su intención es sostener con las naciones extranjeras las mismas relaciones amistosas que se cultivaron por el encargado de negocios generales, hasta el tiempo que su administración fue alevosamente destruida.


Art. 5º — La Representación Nacional proveerá al entretenimiento de las relaciones exteriores.


Art. 6º — Se encarga especialmente al Exmo. señor Gobernador de Santa Fe, de comunicar este decreto a los ministros Diplomáticos extranjeros, cerca de la República, pasándoles copias legalizadas.


Art. 7º — Comuníquese a los Exmos. Señores Gobernadores de las provincias, y publíquese.


Y en cumplimiento, lo transmite a V. E. el infrascripto Vice Presidente, saludándolo con la acostumbrada consideración.


Dr. Manuel Vicente De Mena


José Francisco Benítez


Secretario


Al Exmo. Señor Gobernador y Capitán General de esta Provincia, Brigadier don Estanislao López.



N.° 11


Autorización dada al General López por la Representación Nacional para arbitrar recursos sobre el Crédito de la Nación


Santa Fe, 26 de febrero de 1829. — La Representación Nacional de las Provincias Unidas del Río de la Plata, ha sancionado en sesión de ayer, la siguiente ley:


Art. 1º — Se autoriza al general en Jefe del Ejército de las Provincias Unidas, Brigadier don Estanislao López, para que sobre el crédito de la Nación, se proporcione todos los medios necesarios para la reunión, equipo y mantenimiento del expresado ejército.


Art. 2° — La Representación Nacional arbitrará oportunamente los fondos para el pago de los gastos que resulten, en virtud de la autorización de que habla el artículo anterior.


Art. 3º — Se autoriza al General en Jefe para que provea los destinos que sean necesarios para la regularidad del servicio, asignando a los que los desempeñen la gratificación o sueldo que estime conveniente.


Y de orden de la misma Soberana Corporación, lo comunica el infrascripto al Exmo. Señor General en Jefe del ejército restaurador del orden, en contestación y resolución de las dudas propuestas en su honorable nota de 23 del corriente; aprovechando esta oportunidad para ofrecer a S. E. sus respetuosas consideraciones.


Dr. Manuel Vicente De Mena José Francisco Benítez Secretario


Exmo. Señor General en Jefe del Ejército de las Provincias Unidas.


N.° 12


Instrucciones que deben regir a los Comisionados del General en Jefe del Ejército de la Unión, Brigadier Don Estanislao López, cerca de los Señores Generales Paz y Quiroga. 88


Como el general en jefe no puede calcular todas las comunicaciones de interés que pueden formarse entre los partidos que combaten en Córdoba, no puede tampoco dar instrucciones a los señores Comisionados, que no sean muy generales y aún casi vagas. Sin embargo, les expresará cuál es el objeto que se propone lograr, y los antecedentes que tiene para pensar que sus esfuerzos no serán sin fruto.


Considerando el estado actual de la República no puede desconocerse que la actual guerra civil consuma su descrédito en el exterior, aleja el establecimiento de un gobierno compatible con los intereses y las necesidades de los pueblos, y destruye el germen de su prosperidad.


Todavía estos no serían los peores males que semejante estado de cosas debe producir, sino viniesen acompañados de la desmoralización, que hace eternas las discordias civiles, y que excitan la ambición de mando, en hombres que no pueden aspirar debidamente a obtenerlo. Por consiguiente, el crédito exterior, y la felicidad doméstica de la República reclaman imperiosamente la paz. Estos han sido los principios de que ha partido la Representación Nacional, y el General en Jefe en toda su conducta, desde la sedición de diciembre en Buenos Aires. Si el general Lavalle no hubiese hecho inevitable la guerra, no se hubiera combatido. Pero la situación del general Paz, es muy diferente de la del primero: él lo ha conocido, y anticipándose a los que piden el bien de la patria y su decoro, ha propuesto, aunque no oficialmente, la vía de las negociaciones para evitar la ejecución de sangre.


El general en jefe considera la guerra de Córdoba, como principio de otra más larga y funesta. Si el general Paz vence, deberá llevar la guerra a las provincias de Cuyo que han asistido al general Quiroga. Si es vencido el general Paz, el general Quiroga tendrá que hacerla a Salta y Tucumán, quizás a Santiago. No se ve más término entonces que la desolación y el exterminio general. Al revés, si la guerra se cortase en Córdoba, la influencia de los generales Quiroga y Paz, conducirían a los pueblos que combaten, a una paz general y las cuestiones porque se han armado, o se resolverían por negociaciones, o serían prudentemente postergadas, para tratarse cuando calmadas las pasiones, se hubieren estrechado los vínculos de amistad entre los pueblos y su gobierno. La existencia del cuerpo nacional, una vez reconocido por todas las provincias, y compuesto de hombres de todos los partidos reunidos en el convencimiento íntimo de la necesidad de la paz, cuando menos durante un período exacto dentro del cual debería echarse la paz interior y señalar la época en que un cuerpo formado sobre bases generalmente admitidas, puede dar por fin un modo de ser estable a la República.


No pudiendo el general en jefe, presentarse en aquel teatro por la extensión de sus atenciones, encárgalo a los señores Comisionados, que, bien examinadas las circunstancias en que se hallen el Exmo. señor General del segundo cuerpo y el señor General Paz procuren conciliar los intereses que ambos defienden tomando para cualquier acaso las bases siguientes:


1º — Córdoba debe reconocer al Cuerpo Nacional y enviar instantáneamente a él sus diputados.


2º — El general Paz debe emplear toda su influencia para que obren del mismo modo Salta y Tucumán. Los intereses de las provincias beligerantes deben arreglarse del modo más equitativo que el estado de la guerra permita.


3º — La paz debe ser extensiva a todas las provincias que combaten.


4° — Los derechos de Córdoba deben ser protegidos, y nadie debe intervenir en la cuestión de los generales Bustos y Paz, sino el pueblo cordobés, desnudo de influencia extraña.


El general en jefe se persuade que por parte del general Paz, no habrá dificultad para admitir un tratado sobre éstas bases, porque así la ha hecho ofrecer en su nombre. Espera del patriotismo y la elevación del general Quiroga, que no rehusará semejantes proposiciones, siempre que tengan seguridad de que se cumplirá lo pactado; y por esta razón ha dicho el general en jefe, que se promete obtener cesación de la guerra.


Los señores Comisionados persuadirán al general Quiroga, que, de la cesación de guerra en el interior, debe esperarse el vencimiento de Lavalle en Buenos Aires, porque el pueblo que lo sostiene está alucinado con la esperanza de que, triunfando en el interior el general Paz, podrá auxiliar al primero.


Los comisionados instruirán al general Quiroga, de las negociaciones pendientes en Montevideo y de las relaciones e inteligencias que se mantienen con Buenos Aires.


Si la negociación se malograse, porque la rompiese el general Paz, con pretensiones inadmisibles, entonces el señor Oro continuará con el general Quiroga el plan de conducta que deberá observarse en general respecto de Córdoba, pero si, como no es de esperarse los obstáculos quien los presentase, fuere el general Quiroga, los comisionados darán cuenta al general en jefe y esperarán o no, según lo crean prudente, para retirarse, las disposiciones del general en jefe.


Instruidos los señores Comisionados del objeto de su misión, y de las probabilidades de conseguirla, al general en jefe no le resta más que manifestarles que, en los casos extraordinarios que es imposible proveer en estas instrucciones, se fía 'enteramente de su prudencia y delicadeza.


Santa Fe, 5 de junio de 1829.


Estanislao López.


(Papeles de Don Domingo de Oro. Tomo I, pág. 66).



N.° 13


Carta del general Félix de Olazábal


Exmo. Señor don Estanislao López. — San Salvador, marzo 13 de 1834. — Mi querido general y amigo: No hace muchos días que desde éste mismo destino, dirigí a usted una carta en contestación a la última que recibí de usted, pero como no es difícil que haya podido extraviarse por falta de seguridad para su conducción, he querido duplicarla, ya que se me ofrece una seguridad menos incierta. El asunto de ambas es igual, porque las circunstancias son las mismas, así pues, de la primera nada sustancial hay alterado en la segunda. En aquella noticiaba a usted del lugar en que he fijado mi residencia, al mismo tiempo que de las causas que me forzaron a elegirlo, después que los últimos acontecimientos políticos de mi país tuvieron por resultado sucesos tan amargos que lastima la memoria el recordarlo. Hablaba también de mi gratitud a la fina amistad con que usted me honra y de otras cosas que debo reproducir necesariamente en esta, pues la primera ha producido alguna de las contingencias a que estaba expuesto por los rumores que he dado antes.


Ya sabía usted cuál fue mi posición en la revolución que acaba de terminar y cuál mi conducta durante ella; me coloqué al lado del gobierno a quien estaba obligado a defender presté en su favor cuantos servicios me fue posible hacer, y después de haber cumplido con este primero de mis deberes, ¿cuál fue la recompensa? Mi asilo doméstico fue cobardemente profanado, como si no fuese lo que hay de más sagrado en la sociedad; y por último ni la calidad de representante con que estaba investido pudo preservarme de las más pérfidas presunciones, ni menos impedir que la inviolabilidad de que gozaba en calidad de tal, fuese echada por tierra con la misma facilidad con que derrocó un gobierno constituido por la ley.


Estas fueron las consecuencias de aquel movimiento funesto, que ha traído sobre mi patria, demasiado infeliz, tantos y tan grandes males. No obstante, nada sería extraño, puesto que son padecimientos comunes a todas las naciones, cuando se acerca la época de su concitación, sino fuese como ha sido la obra exclusiva de aquellos mismos hombres que en otro tiempo, llevaron el mismo título de restauradores de las leyes. Esto es lo que hay de admirable y raro. Pero no hay remedio: los que se mancharon con un crimen gozan en paz de la tranquilidad que perdieron los que noblemente derramaron su sangre para cumplir con su deber. Sin embargo, nada de esto me arredra para servir a mi patria siempre que necesite; testimonios hay de esta verdad que no puede oscurecer la maldad por más que sus tiros sean envenenados.


Ya he dicho a usted cuanto puedo decirle sobre el asunto de que he hablado; pasaré ahora a mi primordial objeto: Sabe usted cuánto es mi deseo de serle útil y cuánta es la sinceridad de mis sentimientos hacia usted. En esta inteligencia, si mis servicios le son necesarios, espero que no dude de ocuparme, seguro de que me complacerá sobremanera la ocasión en que pueda ponerme a sus órdenes. Puede usted dirigirlas si acaso, a los campos de don Bernabé Albín, sobre el arroyo de San Salvador, donde me he posesionado, desde y donde lo espera el que es de usted como siempre muy atto. amigo y obsecuente servidor q. b. s. m. — Félix de Olazábal.



N.° 14


Enseñanza gratuita


Santa Fe, 11 de Julio de 1832. — El infrascripto se ha instruido por la comunicación fecha de ayer, del ilustre cabildo, del convenio que ha celebrado con el Director del Gimnasio Santafecino don Antonio Ruiz de Guzmán, y de las condiciones bajo las cuales se obliga a la enseñanza de los jóvenes pobres. El gobierno aprueba en todas sus partes el expresado convenio recomendando a esta Corporación una asidua vigilancia sobre el cumplimiento de los deberes a que se ha ligado el nuevo Director y sobre la educación de la juventud en general, como base fundamental de la prosperidad y engrandecimiento de la provincia. Los empeños de esa ilustre Corporación a este respecto, serán siempre secundados por la autoridad ejecutiva.


Dios guarde al muy ilustre Cabildo muchos años.


Estanislao López


Marcelino Maciel


Srio Interino



N.° 15


Sobre la ocupación de las Malvinas


Santa Fe, Febrero 25 de 1833. — Ha recibido el Gobierno la nota de su Agente de Negocios en Buenos Aires, datada a 18 del presente, en que le participa la ocupación de las Islas Malvinas por las fuerzas de S. M. Británica, al parecer por el derecho con que se considera sobre dichas Islas. Cualquiera que sean los títulos de soberanía con que aquel Gobierno se crea dueño de ellas, por muy justificados que ellos fuesen, nunca los tendría para apoderarse de las Malvinas del modo violento que lo ha ejecutado el Comandante de la Curca de Guerra Clio, insultando atrozmente a la República, y quebrantando los tratados que entre ambos gobiernos existen. En medio de la indignación que semejante atentado ha causado al infrascripto, no se le oculta que éste y otros muchos vejámenes, varias veces inferidos a la República, tienen esencialmente su origen en la inconstitución en que se encuentra el país, y en la figura poco digna que por ello representa. Saluda al señor Agente de Negocios con toda consideración y distinguido aprecio.


Estanislao López


Domingo Cullen


(Archivo de Santa Fe. Copiador de notas y comunicaciones. Año 1833).



N. 16


Carta de Cullen a Ferré


Santa Fe, 11 de Julio de 1838. — Señor don Pedro Ferré. —Mi querido amigo: Tengo el gusto de contestar a su apreciable carta del 30 del pasado Junio. La primera noticia de la terrible desgracia que ha sufrido esta provincia y toda la República en la muerte del hombre grande de esta tierra, nuestro común amigo el señor López, la recibí en Buenos Aires. Usted que sabe bien hasta qué grado llegaban nuestras amistosas relaciones, y cuánto amaba aquel hombre espectable, graduará la amargura que me ha producido esta desgracia, y cuánto por mil motivos habré sufrido y actualmente sufriré; dispénseme mi buen amigo que no continúe hablando sobre este asunto tan terrible para mí y de tan funesta trascendencia para la patria. Los papeles públicos que le incluyo le informarán de hallarme desempeñando la primera magistratura de esta provincia; en este puesto y fuera de él, nada me será tan grato como que me proporcione usted medios de emplearme en su obsequio.


Rodeado de mil graves atenciones, una sola vez he podido ver a su socio el señor Mohando, a quien me he ofrecido para lo que se le ofrezca. La madera está ya descargada y recibida, y la que quedó allá encargada, remitiré la balandra a que la traiga, pero me permitirá usted suplicarle ordene que sea buena, pues según se me ha informado la que ahora ha venido no es de la mejor.


No puedo más, créame su mejor y más apasionado amigo y atento servidor q. b. s. m.


Domingo Cullen


(Memoria del general Pedro Ferré, pág. 466),