San Martín y la soberanía nacional
Aclaraciones preliminares
 
 
La soberanía


Nos proponemos expresar conceptos respecto del general don José de San Martín vinculándolo con el tema de la soberanía nacional. Mucho se ha dicho y se ha escrito respecto del prócer pero quizás poco se lo ha escuchado. No entraremos a indagar las causas de este hecho, porque no es nuestro propósito profundizar heridas. La presente es hora de concertación de voluntades. Pero para que las voluntades se den cita, es necesario clarificar motivaciones. Nada mejor para ello que apelar a las propias palabras de nuestro héroe máximo, quien desde la inmortalidad preside y seguirá presidiendo las jornadas del pensamiento y del trabajo argentino y americano a través de sus proclamas, cartas y exhortaciones.

Es necesario, también en este comienzo, que deslindemos claramente el verdadero concepto que encierra la palabra soberanía. Etimológicamente ella significa superioridad, la superioridad de quien ordena en grado eminente y debe ser obedecido, aunque sus órdenes requieran ser arregladas a derecho. En este sentido, se dice que en materia temporal el Estado es soberano respecto de las personas humanas y grupos sociales que lo integran. Lo es en grado supremo aunque obediente a las normas superiores, anteriores al propio Estado, que éste debe respetar. Hemos dado el concepto de soberanía interna. No es a ésta a la que nos referiremos más específicamente en la presente exposición, sino a la soberanía externa, esto es, al poder del Estado de determinarse autónomamente frente a los demás Estados en la búsqueda de sus objetivos de bien común nacional. En realidad, el término soberanía externa debería ser reemplazado por el de independencia, pues lo que se quiere manifestar no es que un Estado pueda ejercer supremacía alguna en el orden internacional, sino exactamente todo lo contrajo, esto es, la facultad de todo Estado frente a los demás Estados de determinar libremente los aspectos inherentes al establecimiento de su orden interior y al manejo de sus relaciones internacionales, tanto políticas como económicas.

Soberanía externa o independencia, como derecho subjetivo del Estado al respeto de su existencia y al cumplimiento de sus típicas finalidades por parte de la comunidad internacional, no está desvinculada del concepto de soberanía interna. Y esta es otra de las precisiones previas que queremos dejar sentadas. Si un Estado no ha logrado dentro de sus fronteras un aceptable grado de respeto al principio de autoridad legítima que le es consustancial, se verá peligrar correlativamente la consideración que las demás potencias puedan brindar a su derecho de autodeterminación. En este sentido debe decirse que el grado de cohesión interna, derivado del acatamiento al orden intrínseco establecido, es proporcional a la inmunidad de la soberanía internacional de la comunidad política. Ya se ha dicho con eterna contundencia: “Todo reino dividido perecerá”.

Veremos como San Martín juega un rol fundamental con estos principios referidos a la Nación que integramos. Primero: fue causa eficiente de su independencia y de allí el tocante título que le reconocemos; Padre de la Patria, Padre de la tierra de nuestros padres que es la Patria. Segundo: fue vigilante de su trabazón interna y anatematizador de las causas ideológicas y fácticas de la anarquía que devoró en parte su extensión físico-territorial y que pudo haber terminado con su ser espiritual, es decir, con la idea nacional que agrupó a nuestros mayores en la empresa política común. Tercero: fue defensor de su soberanía internacional, en circunstancias en que, con posterioridad a la declaración y consecución de la independencia respecto de la Madre Patria, otras potencias pretendieron menoscabarla. Cuarto: profetizó de una manera insospechada el peligro que el estatismo colectivista significaría en el futuro para la integridad de las esencias de la nacionalidad.

Estas son las cuatro tesis que pretendemos sostener seguidamente.