Las provincias del Río de la Plata en 1816
5. Guerra de los portugueses contra Montevideo y el general Artigas
 
 
Sumario: Algunas noticias sobre la vida y planes ambiciosos de este hombre singular. Las antiguas pretensiones de Portugal sobre la costa del Río de la Plata sirven de pretexto a esta guerra injusta. Algunas conjeturas sobre los resultados


Mientras que el nuevo Estado, al occidente del Plata, se ha consolidado cada vez más, la república de Montevideo, sobre la costa oriental de ese mismo río, sostiene una guerra sangrienta con los portugueses, quienes en el mes de abril de 1816, entraron en el país por dos caminos diferentes con el fin de subyugar al jefe del nuevo Estado, el general Artigas, y para extender las fronteras del Brasil hasta las orillas del Uruguay 1. Parece sin duda extraño que el Rey de Portugal se ocupe en conquistar nuevos países dado que sus súbditos apenas ocupan la centésima parte del inmenso reino del Brasil.

Pero quizás no le quedaba otra alternativa para evitar un posible levantamiento en las provincias meridionales del Reino, que la de destruir un vecino tan empeñoso, intrigante y peligroso como Artigas. Este general, que desciende de una familia respetable de Montevideo, fue desterrado de la ciudad por su vida desarreglada y se refugió en la nación de los valientes guaraníes, cuya lengua y cuyos usos aprendió muy bien. De esta nación pasó a la de los feroces charrúas con los cuales se familiarizó de la misma manera. Por fin, tomó con estos últimos indios una partida de contrabandistas sobre las fronteras del Brasil y fue por algún tiempo el terror de toda la provincia 2.

En vano trataban de aprisionarlo; estaba en todas partes y en ninguna. El gobernador español optó, al final, por negociar con él. Artigas volvió a Montevideo, donde le hicieron jefe de un cuerpo de gendarmería.

Al comienzo de la revolución era capitán del ejército español y fue ascendido a coronel. Deshizo a las fuerzas patriotas y adquirió gran renombre por su bravura incomparable, por su perfecto conocimiento del país, del idioma y otras noticias diversas de la vasta provincia del Uruguay, pero su desmesurada ambición le hizo pronto sospechoso. Envidiado, humillado y descontento, se pasó con sus indios al partido de los patriotas, derrotó a los españoles y los encerró dentro de los muros de Montevideo. Poco tiempo después de la capitulación de esta ciudad, fue nombrado Dictador o jefe de la nueva república, a la que gobernó como soberano absoluto.

Se dice que es hombre de talento extraordinario muy superior en fuerzas físicas y morales a todos sus conciudadanos, y que su plan consistía en fomentar una revolución entre los negros de las provincias meridionales del Brasil, que forman las dos terceras partes de la población, y que a nada menos aspiraba que a hacerse Rey de Portugal 3 y de los países vecinos. Su consejero áulico y edecán, el general Monterroso, ex fraile franciscano, es un hombre muy fino, instruido, astuto y sanguinario. Artigas ha vivido siempre enemistado con las Provincias Unidas, hasta que se hizo cargo del gobierno el Director actual. Entonces viéndose amenazado por siete mil portugueses (de los cuales cuatro mil son tropas excelentes que han hecho las últimas campañas de la península española) pidió entrar en la federación del Plata 4. Ignoro si ha sido recibido, pero creo que solamente con sus ocho mil indios y criollos, podrá detener a los portugueses por mucho tiempo, dado que, la guerra hecha por él, es completamente extraña a la que ellos están acostumbrados a hacer.

Desde el comienzo de la campaña. Artigas abandonó toda la costa y la ciudad de Montevideo y ordenó a su hermano que hiciera volar las fortificaciones, pero no lo permitieron los habitantes de la ciudad 5; de ahí que los portugueses se hayan apoderado de toda la costa septentrional y de la ciudad de San Felipe de Montevideo, casi sin ninguna resistencia, pero Artigas ocupa el interior y las montañas, y ha cortado las comunicaciones por tierra entre el ejército y el territorio del Brasil, en el que ha entrado devastando la provincia de Río Grande. Cuando Artigas abrió la campaña, dio a cada uno de sus soldados, un peso, cinco libras de tabaco y cinco libras de yerba del Paraguay anunciándoles que era ese todo el sueldo y todas las provisiones que debían esperar de él durante la guerra y que por lo demás no les quedaba sino atenerse a sus enemigos. Las pretensiones de la corte de Portugal sobre la costa oriental del Plata puede decirse que se remontan a 1553, cuando por primera vez tomó posesión de la costa norte de este río, pero en realidad hasta 1680 no se decidió a establecer allí una colonia fortificada que recibió el nombre de San Sacramento (sic). Destruida por los españoles en su primera fundación, fue devuelta a los portugueses en el año siguiente, para lo cual dejáronla reducida a un terreno de límites estrechos. Veinticinco años más tarde, durante la guerra entre las dos potencias (España y Portugal), los portugueses fueron expulsados de la Colonia por segunda vez, hasta que por el tratado de Utrecht se les devolvió la Colonia y parte de la costa.

El comercio interior de este establecimiento portugués, con las ciudades españolas, alarmó al gobierno de Buenos Aires que llevó sus quejas a la metrópoli. Finalmente, por la convención de 1750, la colonia de San Sacramento debía ser incorporada al territorio español y como indemnización, la corte de Madrid cedía a Portugal siete de sus misiones sobre la orilla oriental del Uruguay; pero a pesar de que los indios se opusieron a estas decisiones injustas, y no obstante que los portugueses se negaron a devolver la Colonia hasta estar en tranquila posesión de las Misiones, lo cierto es que se vieron forzados a entregarla sin otra indemnización que la de avanzar las fronteras del Brasil un poco más allá del Río Grande de San Pedro

Estos son los pretextos, pero no las razones verdaderas de la guerra que el Rey de Portugal ha comenzado en los estados de su yerno. 6. Se dice que el ministro español en la corte de Río de Janeiro ha protestado sin éxito, por esa expedición.

Si me fuera permitido hacer conjeturas sobre los resultados de esta guerra, diría que en razón del odio innato de los habitantes del Uruguay contra sus vecinos los brasileños, enemigos desde hace trescientos años, es de suponer que el gobierno portugués no podrá fácilmente permanecer en posesión tranquila de esta provincia vasta y fértil que es mucho más fácil de conquistar que de conservar una vez conquistada, y es cosa bien sabida por la historia, que los portugueses, ni siquiera en la época de su esplendor conocieron el arte de asegurar sus conquistas mediante una administración sabia y moderada.

Además, los habitantes del Uruguay, en su mayoría indios convertidos o salvajes 7, son pueblos pastores y nómades que van a la guerra como a la caza, empeñosos e infatigables. Sanguinarios, vengativos y bárbaros, abandonan sin pesar el país que no pueden ya defender, pero vuelven muy luego sobre sus pasos con rapidez inconcebible, en cuanto pueden satisfacer sus deseos de venganza. No llevan con ellos ni tienda, ni provisiones, ni equipaje. Frugales al extremo, acostumbrados a las fatigas y al clima del país, encuentran en cualquier parte los alimentos necesarios para vivir.