Lecciones de Historia Rioplatense
Bonapartismo de Liniers
 
 
Por obra del tratado de San Ildefonso —que ya estudiamos— Francia había ajustado una alianza con España tan estrecha como la sellada por Carlos III bajo la denominación de “Pacto de Familia”. No existía ningún motivo para desconfiar del virrey en las esferas oficiales, ya que Carlos IV había proclamado públicamente su lealtad al emperador de los franceses. El verdadero peligro —el enemigo real— era, a la sazón, Inglaterra, quien en dos oportunidades intentó poner sus plantas sobre Buenos Aires y Montevideo.

Sin embargo Liniers —después de los sucesos de la Reconquista y la Defensa— trabó comprometedora correspondencia con Napoleón escribiéndole cartas elogiosísimas que, en cierta manera, ponían en peligro su prestigio de funcionario. “Es preciso creer también que los éxitos constantes y siempre asombrosos de vuestras armas han electrizado a un pueblo hasta entonces tan apacible —le dice en una de ellas—. Yo no lo dudo, señor, y no me aplaudo más de los servicios que en esta ocasión he podido prestar a mi Augusto Soberano (le habla aquí como francés), de lo que me enorgullezco pertenecer a la Nación ilustre que gobernáis con una sabiduría y éxitos que sólo puede igualar Vuestra gloria inmortal.”

En otra ocasión Liniers vuelve a escribir al Corso para que proteja Buenos Aires de la tercera invasión británica, que se anunciaba como segura. Napoleón lo felicita por intermedio de su secretario de Marina, haciéndole llegar además los elogios de su ministro de Relaciones Exteriores (Champagny), quien, entre otras cosas, recuerda al destinatario su origen galo y la mala vecindad del enemigo, con estas palabras: “Os he manifestado, señor, cuánto el Emperador que ha garantizado a dicho reino la independencia e integridad de su territorio confiaba en vuestra fidelidad hacia el país que servís y contaba con el celo con el que defenderéis las provincias que gobernáis. Un hombre como Vos se mostrará más sensible aún a otras consideraciones. Europa entera, al observar vuestra hermosa defensa de Buenos Aires, ha sabido que sois Francés, y S. M el Emperador ha visto con placer asociaros, de un modo tan brillante y tan útil a sus aliados, a la gloria de que está cubierto el nombre Francés. El sufragio del Emperador, el recuerdo de lo que habéis hecho, 05 indican, si fuerais atacado, idéntica conducta e idéntico éxito. Sois vecino del Brasil, en donde el antiguo Príncipe Regente de Portugal se ha establecido; en donde los ingleses son recibidos, en donde es posible que lleven sus fuerzas. Un lugar de honor os está así confiado.”

Observen Vds. cómo, sin abrigar intención maquiavélica, pecando —al contrario— de excesiva franqueza en la expresión de sus simpatías, Santiago Liniers se ha visto embanderado en la causa del bonapartismo que lo reclama y hasta le da órdenes desde Europa. Con ello, comprometerá seriamente su prestigio de caudillo y jefe del partido criollo en el Río de la Plata.