Lecciones de Historia Rioplatense
Pérdida de la Misiones Orientales
 
 
Al tener conocimiento del pacto de San Ildefonso. Inglaterra declaróle la guerra a España y ésta, urgida por Napoleón, rompió relaciones con los portugueses aliados de aquélla. En el conflicto de 1801 —pese a algunas alternativas favorables— perderá Carlos IV las misiones Orientales del Uruguay pertenecientes al virreinato de Buenos Aires. Desde entonces, los jesuíticos “siete pueblos” pasaron de hecho a manos del Brasil por herencia lusitánica.

Joaquín del Pino era el virrey rioplatense. Por falta de ejércitos de ocupación habíase resuelto aquí —a mediados del siglo XVIII—, crear un cuerpo de milicias bautizándolo con el original nombre de Blandengues (porque blandían lanzas de a caballo). Su destino limitóse a cuidar la frontera de los ataques repetidos de mamelucos y bandeirantes, y a impedir que los indígenas saquearan en malones las ciudades indefensas.

Pero los Blandengues no solucionaron la situación militar en aquella ocasión, frente a Portugal; máxime cuando el rey era impotente para ayudarnos desde Europa. Lo cierto fue que las misiones se plegaron a la causa portuguesa por rencor hacia los funcionarios borbónicos. La mayor parte de los indios, fieles a la Corona mientras estuvieron dirigidos por jesuitas, en ese momento levantaban la bandera antiespañola no teniendo empacho en favorecer a sus odiados enemigos de la víspera.

No fue posible a del Pino, impotente con sus Blandengues y milicianos, defender la vasta zona de lucha. La campaña le sería encomendada a Sobremonte; mas no hubo allí una decisión militar de ninguna de las partes. En definitiva, el tratado firmado en Badajoz no impidió la ocupación por los Braganza de las misiones Orientales, pese a lo acordado en la Convención del 8 de junio de 1801.

La verdadera causa fue la inercia demostrada por del Pino y el descontento originado a raíz del extrañamiento de los ignaciones, que habían sido maestros y protectores de los nativos. Vicente Fidel López, en un pasaje de su conocida Historia lo declara textualmente: “La verdad es que esta enorme pérdida de territorios que el Virreinato sufrió en las fronteras portuguesas, tuvo por causa principal la expulsión de los jesuitas —escribe allí 10 —. Si con menos pasión, y con mayor discreción y criterio, el gabinete español hubiera regularizado la vida y la jurisdicción civil en las Reducciones Jesuíticas, para incorporarlas al organismo gubernativo, y preparar la evolución moral de los neófitos, sin arruinar en una sola noche todo el edificio con esa violenta expulsión, los portugueses no hubieran podido apoderarse a mansalva de todo aquel territorio que perdió de golpe sus naturales y sus más vigorosos defensores. Con la expulsión se desorganizaron las agrupaciones sociales que los P. P. habían formado en toda esa faja española; y se disolvió la poderosa milicia de indígenas que había sido el baluarte insalvable del país, desde el alto Paraguay hasta la margen izquierda del alto Uruguay. Privado de esos soldados, cuyo valor e indomable patriotismo estaba probado, el Virreinato quedó en aquella frontera lejana completamente desarmado y sin medios con que suplir la organizador vigorosa que el mismo había destruido.”

Con lo transcripto, por sí sólo huelgan los comentarios.