Lecciones de Historia Rioplatense
Utrech
 
 
Este tratado marca una fecha fundamental de transformaciones políticas y territoriales para nosotros.

El duque de Anjou es reconocido oficialmente rey bajo el nombre de Felipe V. Aquella guerra provocada por el testamento de Carlos II terminó en una paz negociada, con ventajas para las potencias europeas y, muy especialmente para Inglaterra y su aliada Portugal, a costa de España, convertida en sucursal de Francia.

La primera obtuvo Gibraltar, la isla de Menorca y el Asiento de Negros para hacer el tráfico esclavo al Plata, durante treinta años. Los ingleses aprovechan e introducen su propaganda tendiente a conquistar para sí la cuenca estratégica. En el supuesto de fracasar, obtendrían al menos la segregación política de aquella vasta región, en beneficio propio.

Por su parte Austria, por el tratado de Rastadt (1714) quedóse con los Países Bajos, Nápoles, el Milanesado y la isla de Cerdeña. Diósele —en Utrech— al duque de Saboya, la Sicilia. Y a los lusitanos, seculares testaferros intercontinentales, la Colonia del Sacramento: vieja manzana de discordia ubicada en la desembocadura del río epónimo. Los británicos conseguían, así, bloquear a los ibéricos cerrándolos por Gibraltar; mientras con el establecimiento del protectorado en el Sacramento, taponábales Portugal su comunicación fluvial con Buenos Aires y Asunción. España quedaba impedida, encerrada entonces. Y el “rey sol” —en tanto coronaba al descendiente— pudo exclamar su conocida frase: “ya no hay más Pirineos”. A partir de Utrech, la inmensa patria de Felipe II pasa a ser Estado satélite de Francia en su lucha secular con Gran Bretaña. Como Luis XIV procedió en nombre y con autorización del nieto en los distintos tratados de paz que se firmaron, Felipe V solo concurrió a éstos como testigo presencial y no como parte.