desde 1900 hasta 1992
el mundo en guerra
 
 

Al asumir las nuevas autoridades, en febrero de 1938, estaba aún en pleno desarrollo la Guerra Civil Española.


Instalada la República en España, después de marchar al exilio el rey Alfonso XIII, tomó el gobierno un sesgo izquierdista, masónico y anticatólico, produciéndose al poco tiempo la quema de iglesias y conventos por turbas que las fuerzas de seguridad no se propusieron reprimir. Pese a sobrevenir luego un triunfo electoral de las derechas, no pasó mucho tiempo antes que otras elecciones determinaran el acceso al poder de un Frente Popular, dentro del cual los comunistas desempeñaron el papel preponderante. Se cometieron abusos de todo tipo, acentuándose la persecución religiosa y siendo también hostigados todos cuantos no compartieran la ideología impulsada desde el gobierno. Con ese marco nace la Falange Española, fundada por José Antonio Primo de Rivera. A mediados de 1936, el legislador monárquico José Calvo Sotelo pronuncia un enérgico discurso en el parlamento, fustigando la situación imperante. La diputada comunista Dolores Ibarruri (“La Pasionariaâ€) anuncia que el orador ha hablado por última vez. Y así fue. Esa noche, Guardias de Asalto uniformados sacaron de su casa a Calvo Sotelo y lo asesinaron de un balazo.


El 18 de julio de aquel año, las tropas españolas destacadas en Marruecos se sublevan, al mando del general Francisco Franco. El otro jefe revolucionario es el general Sanjurjo, que muere en un accidente de aviación al volver de su exilio en Portugal, quedando Franco como cabeza única e indiscutida del movimiento. Varias guarniciones con base en España continental se unen al alzamiento, iniciándose una de las guerras más enconadas que se recuerden, en la cual los bandos enfrentados sustentan principios de claridad meridiana y diametralmente opuestos. La Unión Soviética, como así también Francia, Inglaterra, Estados Unidos, Méjico y Checoslovaquia, apoyan decididamente a “los rojos†–según se los llamaba– quienes reciben asimismo ayuda de las “brigadas internacionalesâ€, formadas por combatientes de diversas nacionalidades, comunistas todos ellos. Alemania, Italia y Portugal auxilian a “los nacionales†con pertrechos y algunas tropas, ya que interviene en la contienda un cuerpo de voluntarios italianos. Al momento de asumir Ortiz, las acciones se inclinan en favor de Franco, quien cuenta con un ejército disciplinado, mientras que a las fuerzas regulares republicanas se han sumado gran cantidad de milicianos, que se baten con denuedo pero anárquicamente, cometiendo atrocidades a su paso.


En Buenos Aires, el enfrentamiento que desgarra España divide las opiniones y la Avenida de Mayo es testigo de las trifulcas que allí sostienen los partidarios de “rojos†y “nacionalesâ€.


Pero sucede también que la guerra española está inscripta en la expectativa de otra guerra, que involucrará nuevamente al mundo entero. Hitler manda en Alemania, llevado al poder por el voto plebiscitario de sus compatriotas. Mussolini lo ha alcanzado en Italia, luego de realizar su multitudinaria “Marcha sobre Romaâ€. Neville Chamberlain es primer ministro inglés y Paul Daladier “premier†en Francia. La presidencia de los Estados Unidos la ocupa Franklin Delano Roosevelt, quien ha sacado a su país de una grave crisis económica, aplicando la política fuertemente dirigista conocida como “New Dealâ€. En la Unión Soviética gobierna José Stalin, un georgiano que dilata su imperio fundado en la doctrina marxista actualizada por Lenin y que se vale del terror para imponerla.


La Alemania nazi tiene entre sus objetivos exaltar la raza germana y reconstruir una unidad nacional que incluya los territorios poblados por gente de esa raza. En virtud de ello ha realizado el “Anchluss†(unión con Austria), apoderándose luego de la zona de los “sudetesâ€, habitada por teutones y adjudicada a Checoslovaquia en el reparto efectuado al concluir la Primera Guerra Mundial. Aunque el hecho causa alarma, ésta decrece cuando se firma en Munich un tratado entre Hitler, Chamberlain y Daladier, que parece conjurar la posibilidad de nuevas anexiones. No ocurre así, sin embargo, pues Alemania ocupa el resto de Checoslovaquia. Mussolini, que por su parte propone a los italianos reedificar un imperio que prolongue las glorias del romano, ha invadido Etiopía y más tarde atacará Albania.


El choque entre Alemania y la Unión Soviética parece inevitable, dado que ambas se encuentran en las antípodas ideológicas y tienen en Europa Central áreas de influencia superpuestas, cuando, ante la sorpresa general, formalizan entre ellas un pacto de no agresión, que suscriben sus cancilleres Von Ribbentrop y Molotov. El mismo deja a Polonia expuesta al siguiente avance de Alemania, que reivindica partes de su extensión, en especial el sector llamado “corredor de Danzigâ€. Apercibidas del riesgo, Inglaterra y Francia arman a Polonia. Se sobreentiende que el traspaso de sus fronteras por las divisiones del Tercer Reich, forjado por Hitler, significará la guerra también para ingleses y franceses.